La prospección geofísica del entorno del castro de Aguións -motivada por el informe autonómico de Patrimonio que recomendaba ahondar en el estudio del yacimiento previendo que no se hubiesen respetado todas las alertas arqueológicas en la tramitación del proyecto de la variante de A Estrada- arrancó a primera hora de la mañana de ayer.

Aunque se esperaba la llegada del georradar anunciado por el alcalde, finalmente este no llegó. Los expertos desplazados hasta la zona consideraron más apropiado utilizar un aparato de inducción electromagnética, que mide la conducción electromagnética del suelo hasta una profundidad aproximada de 1,5 metros, en busca de cambios en la conductividad eléctrica que puedan apuntar a la existencia de piedras de los viejos muros del castro bajo la superficie de las actuales fincas que circundan el castro. Y es que, según detallaron la arqueóloga Manuela Mato -de Gesit S.C. Arqueología-y el profesor de Suelos de la Universidad de A Coruña Marcos Lado (experto en Edafología), si existiesen en el suelo óxidos de hierro calentados -como, por ejemplo, cerámicas o zonas en las que en su día se hiciesen fuegos- la conductividad eléctrica variaría y ello se detectaría al reflejar en el mapa los datos del análisis de campo iniciado ayer.

Lo mismo ocurriría con los datos de resistividad eléctrica que recabe el tomógrafo que maneja el investigador asociado de la Universidad de A Coruña Aitor García. Si hubiese rocas o cavidades bajo el suelo -hasta a una profundidad de entre 5 y 7 metros- se conduciría menos la resistividad. Y ello motivaría un perfil de resistividad que permitiría detectar un muro bajo la actual superficie de los predios si es que existiera. Para ello, se han clavado piquetas con electrodos en el suelo.

Los datos obtenidos se cruzarán para tratar de determinar si en el entorno del castro existen otros fosos asociados al parapeto de piedras y tierra y al foso de grandes dimensiones circundante que aun es posible apreciar hoy a simple vista en el castro.

Los trabajos emprendidos ayer son, en realidad, pruebas previas encaminadas a dirimir si hay más estructuras defensivas de las que se ven en la superficie en la traza de la futura variante. No hay certeza de que las haya. De hecho, con frecuencia la ocupación romana destruía las estructuras defensivas de los castros -utilizando los restos de los parapetos para rellenar los fosos e incluso construyendo viviendas en estas áreas- con el objetivo de impedir que estos sistemas defensivos volvieran a ser eficaces.

El intenso calor registrado en la pasada jornada dificultó la labor de los expertos al reducir el índice de humedad y, por tanto, la conductividad eléctrica del suelo.