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El cazador de monumentos

El corredor del Bikestrada José Antonio Villanueva ha completado tres de las cinco grandes clásicas del ciclismo mundial

Villanueva en una zona de pavés de la París-Roubaix.

El corredor del Bikestrada ha participado en los últimos años en tres de los cinco "monumentos" del ciclismo. Su primera aventura en estas clásicas llegó en el año 2014, cuando se embarcó en solitario en una expedición para correr la París-Roubaix. La carrera francesa, conocida como "El infierno del norte", cuenta con 255 kilómetros, con 28 característicos tramos de pavé que acumulan un total de 52 kilómetros empedrados. El año pasado, Villanueva eligió un nuevo destino, esta vez en Bélgica. Allí disputó el Tour de Flandes, de 239 kilómetros con sus conocidos muros. El pasado mes de abril, el corredor del Bikestrada, aumentaba su currículo con su participación en otra de las grandes clásicas de primavera, la todopoderosa Lieja-Bastogne-Lieja (Bélgica) con sus 265 kilómetros, diez cotas de montaña y un total de 4.500 metros de desnivel acumulado.

Completados estos tres retos, el excorredor del Club Ciclista Estradense ya apunta a los dos monumentos que le quedan por completar, la Milán-San Remo -llamada "la Classicissima" o "la Primavera". Es la más larga de todas con casi 300 kilómetros- y el Tour de Lombardía -llamada "La Clásica de las hojas muertas". Que arrastra el problema de que no cuenta con una carrera para aficionados paralela ya que su recorrido ha ido variando-. A ellas, Villanueva añade otra más, la Amstel Gold Race, la clásica ciclista neerlandesa que se disputa en Limburgo. "No hay mucha gente que acuda a estas carreras de aquí, así que siempre me organizo con gente de Huesca o de Madrid que ya conocí en carreras anteriores. Ahora mismo estamos discutiendo si ir el año que viene a la Milán-San Remo o a la Amstel Gold Race", explica al analizar su próximo reto.

A sus 38 años, Villanueva, de padre estradense pero residente en Santiago, reconoce que participar en estas clásicas en un sueño para cualquier ciclista. "El ambiente es diferente. En el norte de Europa es una cultura. En Flandes por ejemplo se vive el ciclismo de otra manera. Hasta en los parques de niños hay bicicletas de juguete con coches de apoyo detrás", relata. "Las salidas de las carreras son como verse en una salida del Tour de Francia. Se corren además el día anterior a la carrera de los profesionales, con lo cual te quedas para ver en directo la clásica", añadió.

Villanueva destacó además el tirón que tienen este tipo de carreras para aficionados paralelas. El corredor del Bikestrada señaló que el año pasado 18.000 personas participaron en la Amstel Gold Race para aficionados, mientras que la carrera de Flandes contó con 16.000 participantes. La exigencia de completar estas largas y duras carreras también le obliga a una preparación muy específica, con cinco días de entrenamientos en los meses previos. "Llego con 4.000 o 5.000 kilómetros de entrenamiento a cada carrera. Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, en la Lieja-Bastoña-Lieja estuve once horas sobre la bici para completarla, con lluvia y con temperaturas en torno a los cinco grados. Había varios canarios en el grupo y ninguno la completó. En mi caso no fue problema porque estoy acostumbrado a la lluvia. La más bonita y asequible creo que es el Tour de Flandes", explica un hombre cuya gran meta es "salir de la rutina" de su día a día como banquero.

En todas estas aventuras, Villanueva llevó con orgullo el maillot de la Peña Ciclista Estradense, Bikestrada, en la que se integró tras la desaparición del CC Estradense. "Creo que A Estrada es el mejor sitio para andar en bicicleta", afirmó al tiempo que calificó Galicia como un lugar perfecto para organizar una clásica como las del norte de Europa.

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