-¿Cómo se encuentra el Centro Gallego de Santander?

-La gente se va haciendo mayor, y los jóvenes no se asocia ya como antes. Yo recuerdo que antes venían al centro para pedir ayudas de todo tipo, y ahora el centro se ha convertido en una asociación cultural más que social. Antes íbamos a ver películas y había regalos para los niños de los Reyes Magos. Aquí se habló de unos cuatro mil gallegos en el año 2.000. La emigración de los años 50 venía para después trabajar en Bilbao o Torrelavega, pero eso hoy en día ha cambiado mucho. De todas formas, yo soy de los que voy a menudo a mi tierra porque Silleda desde lejos, y también Galicia, están muy presentes.

-¿Cree que el centro gallego corre el riesgo de desaparecer?

-El Centro Gallego de Santander no desaparece, lo que le falta es actividad gallega y savia joven, por lo que te decía antes de que la juventud no es de asociarse. Ahora estamos organizando un grupo cultural para potenciar todo lo que se hace desde el centro santanderino. Se trata de organizar actividades puramente gallegas como conferencias o intercambios de todo tipo. Tenemos unas magníficas instalaciones en pleno centro de Santander, en la calle Hernán Cortés, que también habría que hacer algo para potenciarlas.

-Al menos, en el Centro Gallego de Santander cuentan con un libro suyo en el que se cuenta la historia de la sede.

-Aquel libro me llevó un año largo de trabajo para poder contar de manera resumida la larga historia del centro, que arranca en el año 1918. Al principio había dos colectivos de gallegos asentados en Santander que, pasado el tiempo, terminaron por fusionarse. De hecho, la Casa de Galicia terminó absorbiendo lo que entonces se llamaba Colectivo Gallego de Cantabria, embrión del actual centro gallego, cuando corría el año 1933.