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Vecinos de Cira y Gres demandarán a la Xunta por derribar dos tostas

Alegan que existen informes universitarios y de Patrimonio que desaconsejaban la demolición de las presas de Coto y Martínez

Un pescador, ayer, junto a los restos de la presa de Martínez. // Bernabé/Javier Lalín

Las asociaciones vecinales de Cira (Silleda) y Gres (Vila de Cruces) estudian presentar una demanda contra la Consellería de Medio Ambiente por la demolición, en agosto, de dos presas sobre el río Deza. A esta demanda se unirán los afectados, que poseían concesiones de agua todavía en vigor -se otorgaron a mediados del siglo pasado y por un periodo de 90 años-.

El presidente del colectivo vecinal de Gres, Alfredo Rodríguez, explica que el abogado que se encargará de tramitar la demanda tiene como argumentos a su favor "que no era suficiente con exponer al público el proyecto de derribo de las presas [al que no se presentaron alegaciones] sino que también había que notificárselo a cada uno de los afectados". Además, existen informes que desaconsejan esta demolición. "Un documento de Patrimonio indica que los molinos son un entorno natural de valor etnográfico, de modo que si se elimina la presa se desconecta el molino del río". Otro informe de la Universidade de Santiago de Compostela ve con buenos ojos este derribo, al amparo del programa Life+ Margal Ulla, "pero si se tiran todas las balsas aguas abajo cuando, en la práctica, solo se derribaron la de Coto y la de Martínez, mientras siguen en pie otras 50", explica el vecino de Gres. A estos documentos se suma un tercer análisis de Augas de Galicia, que señala no a las tostas, sino a los vertidos de purines y a la acción de las depuradoras como los principales contaminantes que afectan a determinadas especies en peligro de extinción en las aguas del Deza.

Los vecinos también se muestran críticos con el proceder de Medio Ambiente, "porque el cartel de obras se colocó unos 20 días después de que se ejecutasen los derribos", señala el presidente del colectivo vecinal cruceño. Los documentos más antiguos referidos a la presa de Coto datan de 1759, mientras que la de Martínez es incluso anterior, de 1516. Rodríguez señala que una de las balsas perteneció, antaño, al conde de Altamira, a quien había que pagarle anualmente en maravedíes y posteriormente en especies como salmón o anguilas. Un molino todavía usó una de estas balsas hasta comienzos de los años 80, y hasta hace poco sus beneficiarios pagaron todos los impuestos precisos.

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