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Dezanos sobresalientes · (XLII)

La relación de Laxeiro con Enrique Vidal Abascal

Se conocieron en los comienzos del artista en Lalín, cuando cobraba diez duros por retrato, y la pintura era lo que los unía

Laxeiro/Archivo E. Vidal Costa.

José Otero Abeledo, más conocido como "Laxeiro", o fillo da Laxeira porque su madre era natural de la aldea lalinense de A Laxe (Bendoiro), la cual vino a Donramiro a trabajar a la casa de José Neira González. Esa es la razón porque nació en Donramiro (Lalín) el 23 de febrero de 1908, su padrino fue Manuel de Neira; en esta parroquia, en Filgueiroa, nació también el sabio astrónomo Ramón María Aller; aunque su infancia trascurrió en la aldea de Botos, donde la maestra Teresa López, impresionada por la habilidad que mostraba para el dibujo, le animó a prosperar en ese campo. Laxeiro, en una entrevista en la prensa, confesó que había querido ser músico, de lo que desistió, al recibir una fenomenal paliza, que le pegó su padre por abandonar seis vacas en el prado, que se metieron en una huerta y comieron todas las berzas, para ir a un pueblo cercano en busca del director de una charanga a ocho kilómetros, para que le diera clases de música. Don Ramón María Aller le proporcionó los primeros útiles artísticos para empezar a pintar en el Hospitalillo.

Laxeiro fue un niño de la emigración, a los 13 años, reclamado por su padre, con su madre y un hermano marchó a Cuba para unirse con él, vivió en la ciudad de la Habana hasta los 17 años, donde tuvo varios oficios, trabajó como pinche en una mantequería, según su padre, para sujetarlo porque era un "rillote" revolucionario, después entró a trabajar con un pintor de vallas, un publicista, ganando cinco dólares diarios en la casa Ballesteros y Compañía"decoradora de las casas del gobierno y casas ilustres y fue entonces cuando empezó a asistir a clases de dibujo, en la "Escuela Concepción Arenal", asociada al Centro Gallego de la Habana.

En 1925, a los diecisiete años regresa a Lalín con la salud quebrantada, donde trabajó como barbero y siguió pintando hasta obtener a los 23 años, en 1931, una beca de 3.000 pesetas del Ayuntamiento de Lalín que le pensionó para ampliar sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y que en 1932 le prorrogó la Diputación Provincial para seguir estudiando en Madrid. Después de este periodo académico es cuando se abre la dimensión pictórica de Laxeiro que se estrena en 1934 con su primera exposición en la Facultad de Filosofía y Letras de Santiago, inaugurando con ello una etapa de gran actividad artística que se ve interrumpida por el estallido de la Guerra Civil. En 1941, pintó lo que fueron sus obras murales más importantes y que el propio artista define como precursoras de la "Nueva Figuración": el mural del cine Balado (Lalín) y del café Moderno, titulado "Manantial de vida", el primero se perdió, el segundo lo "repitió" el propio artista a instancia de los nuevos dueños del edificio.

Su etapa Argentina, en Buenos Aires (1951-1970), marca un cambio importante en su vida y en su obra, pues, por una parte, la "depura" del peso de los elementos naturalistas y al mismo tiempo, el influjo de Picasso, tan intenso en estos momentos, le llevó al retorcimiento y descomposición de la figura y a fortalecer, incluso en grosor, el poder del trazo casi como las líneas de plomo de las vidrieras que pintaba cuando estaba en Cuba.

Al regreso de América instaló su estudio en el ático del Café Gijón de Madrid y repartió su vida y su trabajo entre Madrid, Vigo y Lalín, hasta su muerte en 1996. En 1970 se hizo en la Art Gallery International de Buenos Aires una gran muestra retrospectiva de su obra, en 1983 el Ayuntamiento de Vigo le dedicó la "Casa Museo Laxeiro" y en 1985 la Bienal de Arte de Pontevedra le dedica su sección antológica como homenaje.

Laxeiro fue un personaje inquieto y extraordinariamente original. Su obra se desarrolló entre la tradición y la innovación, entre las raíces gallegas y el internacionalismo plástico, caracterizándose por su expresionismo, con rasgos arcaizantes y primitivos, donde lo imaginativo toma apariencia de realidad, reflejándose en escenas mitológicas de barroca figuración, repletas de niños rechonchos, adultos estrafalarios o seres antropomórficos. Las formas laxeirianas de sus cuadros se inspiran en expresiones artísticas tan diferentes como las bacanales sensuales y voluptuosas de Tiziano, en el submundo goyesco de las "Pinturas Negras" de Goya, en la textura de las esculturas graníticas del Mestre Mateo y en los trazos geométricos de Picasso. En su obra Galicia permanece presente, el color y el tema es campesino y "entroidal", con una mixtura de influencias, como hemos dicho, en temas y en estilos, que van de Goya a Picasso, pasando por Solana.

Hay dos obras que pueden ilustrar la pintura de Laxeiro: "La Voz de la Montaña" obra de sueños y visiones infantiles de rocas, penedos, que las sombras del atardecer conforman como figuras que cobran vida y "Trasmundo" su curiosa visión del juicio final, del más allá y más acá separados por un muro en el que se agolpan la realidad, hombres y mujeres, campesinos, faunos, enanos, brujas y demonios, todos con un tratamiento instintivo y elemental, despojados de convencionalismos que es el mejor identificador de la pintura de Laxeiro. Junto con Seoane, Souto, Colmeiro o Maside formó parte del denominado "Movimiento de los renovadores", que trató de abrir la pintura gallega a la modernidad, transformando y renovando el lenguaje, asumiendo la herencia del entorno.

Laxeiro fue símbolo y referencia de posteriores generaciones plásticas, fue un personaje inquieto y extraordinariamente original y uno de los tipos más excepcionales que ha dado la pintura gallega.

Entre sus galardones cabe destacar la Medalla de la Bienal de Pontevedra, la Medalla Castelao de la Xunta de Galicia y la Medalla de Oro del Ayuntamiento de Vigo. En 1977, fue nombrado Hijo Predilecto de Lalín, por el alcalde Luis González Taboada, después de las bellas palabras del teniente alcalde Carmelo Doñate, que recordó la vida y andanzas de Laxeiro. El Ayuntamiento de Lalín, también, le puso el nombre de "Laxeiro" a una de sus calles.

Una faceta entrañable de la vida de Laxeiro, que quisiera resaltar, fue suamistad con Ramón María Aller Ulloa y Enrique Vidal Abascal, a los que conoció ya en sus comienzos en Lalín, cuando cobraba diez duros por un retrato, ambos convivieron y sintieron encenderse entre ellos la llama de la amistad, como lo prueba la intensa comunicación personal y escrita entre ambos: cartas, postales, tarjetas...como ejemplo de ello existe una cariñosa carta escrita por Laxeiro de su propio puño y letra que le envió a Enrique Vidal Abascal, desde Buenos Aires, como prueba de su aprecio y amistad, centrándose en su faceta de pintor, que era lo que les unía

Enrique Vidal Abascal, que fue un excelente pintor, además de un sabio matemático y astrónomo y un brillante escritor que escribió, importantes libros científicos, también sobre pintura y varios artículos en los que intentó dar a conocer la vida de Laxeiro y comentó ampliamente su obra pictórica y sobre su maestro Ramón María Aller, entre los que destacamos los siguientes: "Laxeiro", (1951); "El expresionismo barroco de Laxeiro", La Noche (1957); "La pintura europea", La Voz de Galicia (1971); "Chamada a Laxeiro", Faro de Vigo (1974); "Kokoschka e Laxeiro", Faro de Vigo; "Escuela de pintura gallega", Faro de Vigo (1976); "Mas sobre la pintura", La Noche (195); "La astronomía de D. Ramón Aller", La Noche (1957); "La lección de D. Ramón María Aller", La Noche (1956).

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