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Alfonso Mascuñana Bordas: "Hay un incremento de la solidaridad pocas veces visto"

"Estoy de acuerdo en que se acoja a los 12.000 refugiados que firmamos"

Mascuñana (derecha), ayer, con el presidente del Casino de Lalín, Alberto Granja. // Bernabé/Javier Lalín

Foro da Vila organizó ayer la primera sesión de su ciclo Xornadas pola Transformación Social, que tuvo lugar en los salones del Casino de Lalín. La cita tuvo el título genérico de "Refuxi@dos sen refuxio" y contó con la participación del miembro de DZine, Javier Hita, y del profesor y activista de los derechos de las personas migrantes, Alfonso Mascuñana Bordas, que recientemente estuvo trabajando con una oenegé en la isla de Lesbos.

-¿En qué consistió su reciente trabajo con los refugiados que llegan a la costa de Grecia?

-Estuve ahora, cuando empezaba la vuelta de tuerca con Turquía sobre este asunto, mientras llegaban más de 30 barcos diarios a la zona en la que nosotros nos encontrábamos. Fui por mi cuenta, aunque antes estuve investigando en las redes sociales sobre el tema. Acabé en la oenegé Starfish, con la que trabajé a turnos y en lugares muy concretos de la zona. Lo primero que hice fue contactar con la embajada griega y con importantes oenegés, pero mi perfil no era precisamente lo que estaban buscando, o eso me pareció a mi.

-¿Cree que todavía estamos a tiempo de solucionar ese drama humanitario en el corazón europeo?

-La solución está en la medida en que podamos adoptar un modelo diferente de Europa. Si la mantenemos tan sojuzgada a los intereses financieros, desde luego que no habrá ninguna solución. Lo que pasa es que ahora, con este asunto, nos toca en algo que incide en nuestras vidas de verdad. Estamos viviendo un incremento de la solidaridad pocas veces visto con anterioridad, y también nunca antes se trató el tema con tanta intensidad en los medios de comunicación, algo que es fundamental para comprender lo que pasa.

-¿Considera que el problema se podrá solventar abriendo las fronteras europeas de par en par?

-Vayamos por partes. En lo que estoy de acuerdo es que se acojan a los 12.000 refugiados que firmamos en su momento. Estoy convencido de que es más posible una apertura si educamos a la gente en que el refugiado no viene a quitarle el puesto a mi hija, por ejemplo. Yo me considero una persona comprometida con las luchas sociales desde hace muchos años, y por eso esa implicación fue lo que terminó por animarme a formar parte de las listas de la Marea Atlántica.

-¿Es optimista sobre que lo de los emigrantes y refugiados pueda, nunca mejor dicho, llegar por fin a buen puerto para todos?

-Es que tenemos un precedente que no salió tan mal. Es la segunda oleada de refugiados que tenemos en territorio europeo. La de la Segunda Guerra Mundial, con toda aquella gente huyendo del horror del nazismo, se gestionó de una manera muy racional y se pudo reubicar a todo el mundo sin demasiados problemas. Por eso, yo soy de los que pienso que estamos yendo para atrás en este sentido. Lo peor es que retrocediendo estamos borrando las huellas de algo por lo que hubo que pelear, y mucho, como la Declaración Universal de los Derechos del Hombre.

-¿Queda mucho por hacer en sitios como Lesbos?

-Desde que empecé a informarme a través de internet sobre el tema, tuve claro que hay que trabajar mucho para echarles una mano a todas las oenegés que allí están. Además, ellos mismos son los que te dicen antes de ir allá que hay mucho dónde se puede echar una mano, y que toda la ayuda que se le envíe es poca. De todas formas, mi experiencia en Grecia no fue la primera porque ya estuve como voluntario en Nicaragua en los años 80. Hace tiempo que me atraía la idea de estar cerca del drama y de la tragedia de los refugiados, así que no me lo pensé y me marché.

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