Ya no queda ni rastro del amago de nevada que cayó el domingo sobre los puntos más altos de la comarca. Pero un viaje en coche aún permite contemplar los efectos colaterales que se producen en las carreteras de Deza cada vez que el manto blanco de nieve se cierne sobre ella. Los escasos conductores que utilizan la N-525 entre el tramo de Lalín a Dozón -la gratuidad del tramo de la AP-53 es la causa de esta baja circulación- pueden contemplar desde hace un tiempo como decenas de balizas están torcidas o directamente desplomadas sobre el suelo, especialmente entre los kilómetros 282 y 284. Responsables de Fomento explican que ello se debe a la labor de las máquinas quitanieves. Al retirar el material, el cazo impacta en ocasiones contra estos postes, que terminan cediendo. La misma situación se da en algunas balizas caídas en la N-640 una vez rebasado Goiás en sentido Agolada.
Esta incidencia ya ha ocurrido en anteriores ocasiones y está previsto reponerlos en cuanto sea posible. Sobra decir que no se pueden colocar más atrás para evitar los impactos de la quitanieves, ya que estos postes sirven para delimitar la calzada y su variación podría distraer a los conductores y provocar un accidente.
Vandalismo
Hay otra circunstancia que también afecta a la seguridad vial en estas carreteras nacionales, y que nada tiene que ver con la labor de las máquinas quitanieves. Responsables de Fomento señalan que en algunas ocasiones se producen actos de vandalismo en los que unos incívicos se dedican a desplomar sobre el suelo aquellas señales de la carretera nacional que ven que está torcida o mal asegurada. En algunas ocasiones incluso se han llevado estas señales o las balizas a zonas recónditas.
