Calles y establecimientos de acceso público en A Estrada presentan importantes -y muchas veces infranqueables- barreras arquitectónicas. La accesibilidad tropieza en muchos puntos del casco urbano. Consciente de ello, el Concello ha emprendido un plan de supresión de barreras que actuará sobre todos los pasos de peatones de la villa que no reúnan las condiciones para su utilización por parte de ciudadanos en silla de ruedas o con movilidad reducida.

El primer teniente de alcalde, Juan Constenla, y la edil de Benestar Social, Amalia Goldar, explicaron ayer que la iniciativa ya se puso en práctica en dos puntos del casco urbano. Ambos ejemplos se localizan en la avenida Benito Vigo, la travesía urbana de la N-640, y se centraron en mejorar la accesibilidad de dos plazas de aparcamiento para minusválidos. Para suprimir la barrera arquitectónica se construyó una rampa, teniendo en cuenta que en ambas plazas el usuario se encontraba, tras descender del vehículo, con un bordillo.

El ayuntamiento considera que este tipo de casos son los que revisten una mayor urgencia. No obstante, se incide en que personal municipal irá supervisando los distintos pasos de peatones de la capital estradense para ir programando actuaciones en todos aquellos que precisen ver mejorada su accesibilidad. Consideran desde el gobierno que suprimir las barreras en estos puntos para el cruce de calles resulta prioritario. En estos casos las obras previstas pasan por que a ambos lados de el paso de cebra exista una rampa para facilitar la bajada a la calzada y la subida a la acera pensando tanto en los usuarios de sillas de ruedas como en aquellos que, por su movilidad reducida, hacen uso de andadores o bastones.

Goldar apuntó que no existían peticiones expresas por parte de ciudadanos para la mejora de esta accesibilidad pero reconoció que el gobierno estima que es una actuación que es preciso no demorar.

Una de las barreras arquitectónicas más frecuentes en el casco urbano de A Estrada consiste en pasos de peatones que, o bien no presentan rampa en ninguno de sus extremos o bien este elemento se coloca en un solo lado, aguardando el bordillo al cruzar la calle. En ambos casos el usuario se ve obligado a descender a invadir la calzada para cruzar la vía o a buscar un recorrido alternativo. Para encontrar ejemplos de este tipo no hace falta ir muy lejos. Este tipo de situaciones se da algunas de las calles más céntricas de A Estrada y en zonas con una urbanización relativamente reciente.

La zona más accesible del casco coincide con el entorno semipeatonalizado que conforman las calles Ulla, Calvo Sotelo y la Praza da Constitución, por ejemplo. En estos casos las aceras anchas, sumadas al igualado nivel entre la acera y la calzada, permiten la fácil circulación de personas en silla de ruedas, con movilidad reducida o carritos de bebé.

Además, distintos puntos del casco urbano presentan aceras excesivamente estrechas, muy lejos de los 1,80 metros libres de obstáculos. En estas vías, farolas, mobiliario urbano o continuas rampas de entrada a garajes y locales dificultan el tránsito de una silla de ruedas.