Santalla augura que aumentará la demanda de, sobre todo, productos derivados como el queso, por lo que es necesario invertir en esta industria transformadora. Admite que la leche líquida ha perdido terreno, a pesar de ser la mejor proteína y la más barata, más que la carne de pollo o de cerdo.

En esta primera campaña los contratos anuales en la comarca fueron más bien escasos, con raros ejemplos como el que firmó Cobideza con Reny Picot. Lo habitual es que se suscriban convenios a cuatro meses vista y con repetición de precios. Pero hay casos en los que donde se baja el precio es en la leche que se compra al margen de la que se pacta en el contrato, y cuyo valor puede desplomarse a los 13 céntimos por litro. "No puede plantearse un segundo precio de este tipo, porque genera pánico", asegura Santalla. Otro de los abusos de la industria también puede darse en esa leche que se compra a segundo precio y que en teoría se destina a leche en polvo, "pero no hay la seguridad de que en lugar de leche en polvo se destine a un brick que pueda venderse más barato y que provoque una caída en los precios de distribución", indica Bello. Hay que recordar que la leche que va a intervención pública -y que no se vende para no saturar el mercado- se paga a 20 céntimos.