-Lo peor de la crisis ya ha pasado, pero el mercado laboral sigue dominado por los contratos temporales.
-Así es, es cierto que la crisis motivó la temporalidad de los convenios de trabajo, aunque siempre hubo esta tendencia. Los contratos laborales se usan, en teoría, para cubrir una eventualidad y no conllevan gastos, mientras que un indefinido siempre los genera si hay despidos. Pero es que el miedo de los empresarios al contrato indefinido es absurdo, porque puedes convertir a alguien en indefinido y si a los seis meses no resulta viable, el empresario va a pagar por los seis meses que lleva como indefinido, nada más. A mi me llegan a la oficina casos de trabajadores que llevan varios años encadenando contratos temporales.
-¿Este tipo de contratos afectan a todos los sectores?
-El contrato de obra y servicio determinado se creó para la construcción, pero en la práctica sirvió para encadenar obras, de modo que hubo trabajadores que llevaban cinco años como temporales, y esto lleva a un fraude de ley. En Deza también fue muy frecuente encadenar contratos eventuales hasta dos años y después formalizar uno de obra. Incluso se dieron casos de despedir a un trabajador indefinido y al cabo de unos días volver a contratarlo, pensando que así se cortaba la antigüedad. En otras ocasiones, se rotaba al trabajador en varias sociedades, para pagar menos en la liquidación. Y esto pasa en las empresas de todos los sectores, y es muy triste que se use la normativa laboral para defraudar o pensando en la relación de costes.
-¿Cuál es el panorama para los universitarios y los mayores de 44 años?
-De nuevo, para ahorrar costes, hay ejemplos de universitarios que realizan sus labores como tal pero que están contratados como administrativos. En cuanto a los mayores de 44 años, hay que pensar que a esa persona le quedan al menos otros 20 años de vida laboral y que tiene una gran experiencia a sus espaldas, y que es ridículo que no pueda encontrar un trabajo en las mismas condiciones que tenía, o mejores, que en el anterior.
