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La escuela de los años 20 en Silleda (II)

El retraso en la creación de centros estatales hizo surgir escuelas de emigrantes en A Bandeira, Siador, Laro y Escuadro

La escuela de O Marco, en Siador, es un ejemplo de los centros creados por emigrantes. // Perfecto Pereiro

Se puede confirmar fácilmente que, a comienzos del siglo XX, ante el retraso en la creación de Escuelas Estatales, en el municipio se produjo el fenómeno de las Escuelas de la Emigración, que se convirtió en uno de los hitos más importantes en la enseñanza en Galicia. Se llamaron así por su origen, debido a la emigración gallega a Ultramar. Los emigrantes gallegos, desde Cuba, Argentina y otros lugares, convencidos de la necesidad de la educación, acordaron unirse en asociaciones culturales, para aprender a leer y escribir y, también, para enviar dinero con el fin de construir o subvencionar escuelas privadas, en las que estudiasen sus hijos. Con sus dineros construyeron escuelas, las equiparon y pagaron al Maestro. Querían evitar que les pasase lo mismo que a ellos, que por falta de estudios y preparación, habían sido relegados a los trabajos más bajos.

La escuela laica

En nuestra zona hubo varias escuelas de este tipo, pero el mejor modelo lo encontramos en la escuela de A Bandeira. Esta escuela fue un ejemplo de la nueva pedagogía escolar. Este magnífico edificio, levantado con el dinero de los emigrantes de Mánduas, Abades, Lamela, Moalde, Chapa..., fue creado para albergar una escuela moderna, con espacios amplios y luminosos, con todos los medios pedagógicos y con un profesorado entregado a su labor. Como tal se inauguró en 1930 y estuvo en funcionamiento hasta el año 1934, en que fue convertida la sede de las Sociedades Agrarias. En el año 1936 sufrió la brutal quema de libros y destrucción de todo el material pedagógico enviado desde Argentina.

En los alrededores de Silleda capital, fruto del trabajo de la Sociedad de Hijos de Silleda, de Buenos Aires, fundada en 1908 y presidida por el silledense Antonio Alonso Ríos, se crearon y mantuvieron tres escuelas, con las que se deseaba fomentar la educación entre los habitantes de la zona y paliar el déficit educativo. Estas escuelas eran también laicas, privadas y sostenidas por los emigrantes. No tuvieron un edificio propio, como el de A Bandeira, pero disponían de tres locales donde se impartían las enseñanzas. Uno en O Marco (Siador), en un local pequeño, que todavía se conserva junto a la carretera, otro en Freixeiro (Laro) y otro en Penadauga (Escuadro).

El profesor dezano Manuel Igrexas, en un artículo sobre este tema afirmaba: "A Sociedade constitúese en 1908 co obxectivo de fomentar a instrución entre os veciños do concello. Froito desta preocupación é a creación de tres centros laicos de ensino primario: a escola Rosalía de Castro en Freixeiro (Laro), inaugurada en 1917; a Bernardino Rivadavia en Penadauga (Escuadro); e a Francisco Giner de los Ríos en O Marco (Siador), creada a principios dos anos vinte. No ano 1933 tiñan o proxecto de converterse en 'Escolas Especiais de Economía Rural' para formar aos labregos, ao asumir a República o labor pola que foran fundadas". (A Sociedade Amigos de Silleda e o ensino. Historias do Deza, 2012).

Los principios que regían en estas escuelas eran similares a los de la Escuela Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos. Eran escuelas eran mixtas, privadas, laicas, con reglamento, normas, local y profesorado propio. Los alumnos pagaban dos pesetas al mes y recibían gratuitamente el material escolar completo: libros, cuadernos, lápices... El material escolar lo facilitaba la escuela a través del maestro. En cuanto a la programación de materias, solía enseñarse toda la instrucción elemental, menos la religión. Al finalizar la clase se solía cantar el Himno Galego.

El trabajo escolar se realizaba íntegramente en la escuela y no había, por tanto, deberes, ni tarea alguna para casa, lo que permitía a los niños ayudar en las tareas caseras o familiares. El material se quedaba en la escuela y se distribuía en cada clase. Los niños no tenían que llevar generalmente nada. Las mesas o pupitres eran casi siempre del mismo modelo, con dos asientos fijos y tintero incorporado. Había dos turnos de clase, uno por la mañana, de 9 a 12 con dos recreos breves y otro de tarde, de 2 a 5, con un recreo. De esa manera, al ser el local pequeño se podía atender al doble de alumnos.

No había castigo físico como bofetadas o golpes con la vara para los alumnos poco trabajadores o revoltosos, pero sí de otro tipo, como el estar de pie o de rodillas durante varios días. Los castigos eran por faltas cometidas, tanto en la clase como fuera de ella. Una vez cerrada la escuela, había de mantenerse un comportamiento igual de correcto que en la clase. Era obligatorio justificar la falta de asistencia, mediante una nota escrita de los padres. Los alumnos que ordinariamente asistían al turno de mañana, si un día no podían asistir en su turno, lo podían hacer por la tarde, a fin de recuperar. Y viceversa.

La escuela de O Marco cubría un área bastante grande, ya que abarcaba Silleda, Foxo, Toiriz, Siador... Los niños de esos lugares, hacían el camino juntos y andando desde sus respectivas casas. El maestro que impartió clase allí fue D. Luciano Folgar Monteagudo, hombre muy instruido, competente, vocacional y amigo personal de Alonso Ríos. Un gran maestro, que supervisó las obras de la escuela de A Bandeira e inspeccionó el funcionamiento de la misma. Tras la Guerra Civil, fue apartado de la enseñanza y represaliado por el régimen de Franco.

La escuela oficial

Antes de la construcción del edificio de las escuelas, en el centro de la villa, con sus respectivas viviendas, a finales de los años 20, éstas carecieron de un local propio y definitivo. Al no existir ese local específico para el desarrollo de la enseñanza, aunque existía la intención de mantener una escuela abierta, ésta estuvo sujeta a cambios y ubicaciones en locales diversos.

La Escuela de Niñas estuvo situada en la planta alta del actual Café Lago. Después sería trasladada a Campo, a un local cercano a la casa de Dª Consuelo, cerca de Correos. Una de las maestras de esa época fue Dª Rogelia, mujer de pocos estudios, según se comentaba en el pueblo y a la que ayudaba un hijo suyo en la labor docente. Años después, Dª Rogelia sería sustituida por una joven maestra, que había estado destinada en Saídres y que, tras un noviazgo con el maestro de Silleda D. Jesús Alonso (O Caldeireiro), se casó con el mismo. Al tener él la Escuela de Niños de Silleda en propiedad, solicitó para su esposa la Escuela de Niñas, que le fue concedida por derecho de consorte. Dª Rolindes, que así se llamaba la joven maestra, fue, sin duda alguna, la gran maestra de Silleda. Maestra irrepetible, trabajadora, culta y entregada, a la que tantos silledenses deberíamos estar eternamente agradecidos. Durante sus muchos y fructíferos años, dedicados a la docencia, vivió y ejerció su labor en el nuevo edificio de la casa-escuela.

La Escuela de Niños tuvo su sede provisional en la que hoy es la casa de Casimiro, junto al camino que de la carretera N-525 sale para el lugar de Arriba do Foxo. El maestro era D. Jesús Alonso. Hombre muy querido, apreciado y respetado por todos los alumnos y gente del pueblo. Tras su muerte, ocasionada por el tifus, que en aquellos días era mortal, le sustituyó al frente de la escuela D. Manuel Jamardo, proveniente de la escuela de Cortegada. Jamardo, muy apreciado y valorado por sus alumnos como maestro, estuvo al frente de la escuela hasta que llegó para ocupar la plaza D. José Soto, quien, tras la Guerra Civil, ocupó la plaza en propiedad y se mantuvo en ella durante muchos años, como maestro titular.

La Escuela de Parvulitos también estuvo sujeta a cambios. Estuvo localizada en los bajos de la casa del Médico D. Alfredo Ramos, cuya esposa Dª Regina (Reginita) era maestra en la escuela de Siador, si bien, años más tarde, acabaría su vida docente en Silleda. Durante muchos años, La Parvulita, como se llamaba en el pueblo a esta escuela, se trasladó y se quedó en los bajos del actual ayuntamiento.

La enseñanza en la Escuela Nacional, en los años de 1920, se regía por la Ley Moyano, promulgada para todo el territorio nacional. Era una enseñanza reglada, gratuita, uniforme, con separación de sexos y estudios primarios completos, con la enseñanza de la religión incluida en el programa oficial. Había un maestro y una maestra para cada grupo de niños o niñas. La jornada era partida con horarios de mañana y tarde. El material escolar era aportado por los alumnos, salvo los mapas, mapamundi, pizarra, etc., que formaban parte de dotación de la escuela. Los pupitres eran generalmente de dos, con el tintero correspondiente, y en el caso de los niños, además de los pupitres para los más pequeños, había unas mesas rectangulares para cada cuatro alumnos en los que se sentaban los mayores. Eran escuelas unitarias que abarcaban a niños y niñas en edad escolar, de todos los niveles y edades. Y este modelo de escuela aplicado en toda España, fue el que estuvo vigente en las escuelas de Silleda, a lo largo de los años de la Dictadura de P. de Rivera, hasta la llegada de la II República. Tras la Guerra Civil va a surgir un nuevo modelo educativo del que hablaremos próximamente.

Para finalizar, se puede afirmar, por tanto, que en la villa siempre hubo escuela -lo que permitía escolarizar y realizar, al menos, los estudios primarios-, si bien estuvo sujeta a cambios, hasta que se construyó el magnífico edificio de las escuelas y fue dotado con material escolar y profesorado titulado.

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