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La enseñanza en Galicia y en Silleda (I)

La situación fue muy deficitaria hasta bien entrado el siglo XX por falta de escuelas y mala calidad de los "profesores"

Edificio de la antigua escuela de Silleda, hoy convertida en Casa da Xuventude. // Perfecto Pereiro

El analfabetismo era uno de los grandes problemas que afectaba a las poblaciones rurales y sobre todo a Galicia. Esa carencia, aceptada como "normal" en los pueblos gallegos, se ponía de manifiesto en las gentes de la emigración. Cuando los emigrantes llegaban a Argentina, Cuba, etc. no podían acceder a trabajos cualificados, porque se les exigía que supiesen leer, escribir y ciertas nociones de cálculo. Una mayoría carecía de una cultura elemental que se adquiría en la escuela. Ese hecho tan triste, tan lamentable y tan extendido, creó entre los mismos emigrantes una conciencia sobre la necesidad de la educación. Conciencia que se traduciría en la creación de asociaciones, a través de las cuales crearían y sostendrían nuevas escuelas en sus respectivas zonas.

En cuanto a la situación de la enseñanza en el municipio de Silleda, a mediados del s. XIX, Pascual Madoz afirma: "Si bien no hay escuelas públicas, no por eso carecen estos pueblos de educación, pues apenas existe parroquia alguna donde no se encuentren algunos vecinos, que por cierta gratificación instruyen a los niños". En la misma obra, el autor, hablando del presupuesto anual que tiene Silleda para el año 1842, señala que el monto "total es de 77.401 reales, siendo las partidas de gastos más importantes las obras de nueva construcción (se refiere sobre todo a la casa consistorial y a la iglesia que estaban en construcción) con 26.000 reales y los profesores de educación con un total de 16.000 reales." Lo que nos demuestra que el ayuntamiento dedicaba una partida bastante importante a la educación.

En 1857 se publica la famosa Ley de Educación, conocida como Ley Moyano, que venía a consagrar un sistema educativo, basado en la organización de la enseñanza en tres grados y en la regulación de cada nivel académico. La enseñanza primaria mantenía el principio tradicional de los dos niveles o etapas: elemental y superior. Se establecía también para la primaria el principio de gratuidad relativa. O sea, será gratuita para quien no la pueda pagar. Será centralizada en una escuela única en la zona más poblada, tendrá un programa uniforme, será laica y existirá una libertad de enseñanza relativa. De esta manera, con la creación de escuelas, dotadas de profesores titulados, se pretendía acabar con el atraso cultural y extender la educación elemental a todo el Estado español. Habría dos tipos de escuelas, denominadas escuelas completas e incompletas. Las primeras tendrían todos los medios necesarios y profesores titulados. Las segundas estarían menos dotadas y sin profesor titulado.

La ley preveía crear una escuela pública completa, de primera enseñanza, para niños, totalmente pagada por el Estado y por los municipios respectivos, en cada localidad con una población superior a los 500 habitantes. Y había de crearse otra, de las llamadas incompletas, para niñas. Si la población alcanzaba los 10.000 habitantes, se crearía además una escuela de párvulos. Habría pues, según la ley, escuelas elementales de niños y niñas, completas e incompletas y de párvulos, además de las escuelas superiores.

En Galicia, por sus condiciones geográficas que dificultaban las comunicaciones, su hábitat disperso en pequeños núcleos (parroquias y aldeas) y, sobre todo, en las zonas rurales, como era el caso de Deza y Trasdeza, en esos años, la ley resultó un fracaso. Al no existir casi poblaciones superiores a los 500 habitantes, apenas se crearon escuelas completas. Se fundaron muchas escuelas elementales incompletas, que carecían de medios y cuyo profesorado no era titulado.

En muchos casos, las escuelas de ferrado (así llamadas porque los padres le pagaban en especie al maestro) se convirtieron en escuelas incompletas. Se estableció, pues, una enseñanza de mala calidad, en locales sin condiciones higiénicas, a veces en cobertizos, habitaciones con poca luz, sin medios pedagógicos, ni dotaciones de material escolar y con "profesores" (que no lo eran) muy mal preparados. Para dar clase en estas escuelas se exigía solamente un certificado de aptitud y moralidad (buena reputación) expedido por la Junta local y con el visto bueno del Gobernador, mientras que, para impartir clase en las escuelas completas era necesario tener veinte años y el título obtenido en una escuela normal.

Para ilustrar con datos la situación en Silleda, hay que decir que la villa, en el año 1900, solamente reunía a unos 311 habitantes, mientras toda la parroquia no llegaba a los mil habitantes. No alcanzaba los quinientos (500) habitantes exigidos por la ley. Esa era la razón por la que en la capital no hubo una escuela oficial completa. La villa alcanzó los 556 habitantes en 1950. Resumiendo, desde mediados del siglo XIX y durante los primeros 25 años del siglo XX, la enseñanza en todas las parroquias de la zona, y también en Silleda capital, fue muy deficitaria. Esta situación se agravaba, en las aldeas y zonas más rurales, por la falta de escuelas y la mala calidad de los "profesores".

Con estos criterios emanados de la Ley Moyano, poco a poco, se fueron creando las escuelas por todo el territorio nacional y también llegaron a Galicia, aunque más tarde. Se vieron beneficiados los grandes núcleos de población y perjudicadas las zonas, como Galicia, con una población muy dispersa. La Ley Moyano, con tener un buen planteamiento para extender la educación, resultó un fracaso, al no poder ser aplicada inmediatamente en muchos lugares de Galicia y en la misma villa de Silleda, por los requisitos numéricos exigidos para crear escuelas. A finales del siglo XIX y principios del XX, el Municipio de Silleda destinaba una cantidad consignada en los presupuestos para gastos de escuela y profesorado, pero al no haber una escuela completa con local propio, queda claro que lo que funcionaban eran las escuelas incompletas y, sobre todo, las particulares.

En la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1931) se dio un gran impulso a la creación de escuelas y a la contratación de miles de maestros. Esta política cultural benefició al sistema educativo en general, al rural y a los pequeños centros urbanos. En Silleda, en esos años, se construyó el magnífico edificio de las escuelas, con buena dotación de material escolar, maestros titulados y viviendas.

La II República (1931-36), con su programa cultural basado en la necesidad de universalizar la enseñanza gratuita, en la creación de escuelas bien dotadas y con profesores titulados, contribuiría decisivamente a la mejora de la enseñanza y a la extensión de la misma. En 1936, según publica Xosé Fariña Jamardo en la obra Os concellos galegos, en el término municipal de Silleda había "un total de 39 escuelas nacionales públicas. De ese total, 16 son unitarias y las restantes (23) eran escuelas mixtas". Esto suponía un avance significativo en la extensión de la enseñanza, en general y de la primaria, en particular. Con estas reformas se redujeron las tasas de analfabetismo, que -aun siendo altas- pasaron del 65% en 1900 al 23% en 1940. Conviene destacar, además, que en Galicia, desde el comienzo de siglo XX hasta la II República, hubo dos tipos de escuela: la laica y la oficial, con planteamientos educativos bastante opuestos y de las que hablaremos en otro artículo.

La Guerra Civil y la posterior dictadura franquista frenaron la propuesta educativa de la II República, basada en una escuela laica, libre, universal y gratuita. En la larga etapa de la Dictadura de Franco se crearon nuevas escuelas y la educación, uno de los pilares del régimen, controlada por el Estado y la Iglesia, llegó a casi todos los rincones del país, con la idea base de una enseñanza católica y patriótica. Hubo, por tanto, un rechazo frontal a la política educativa de la República, lo que supuso la desaparición de las escuelas laicas en el municipio. Entre 1950 y 1970, la escuela franquista, al igual que España, se "abrió" un poco más. Fruto de esa apertura fue la promulgación de las tres leyes que regularon la enseñanza, orientadas a la universalización de la misma, la creación de escuelas nacionales (de acuerdo con ayuntamientos y diputaciones), la obligatoriedad hasta los doce años y una estrecha colaboración con la enseñanza privada. En el caso de Silleda, tanto en la capital como en las parroquias del ayuntamiento, se asistió durante esta etapa a la creación de nuevos centros de enseñanza de educación infantil, primaria y secundaria, de titularidad pública y privada, con profesores titulados, que la convirtieron en un referente en la zona.

En los años 70, tras lograrse casi la universalización de la enseñanza primaria, el analfabetismo, en España, en Galicia y en Silleda, desaparece prácticamente entre la población juvenil e infantil, manteniéndose tasas relativamente altas entre algunos sectores de la población adulta, que no pudieron disfrutar en su niñez, de los beneficios de una escuela pública, gratuita y de calidad.

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