De madre lalinense, Marisol Rey llegó a la capital dezana junto a su marido en verano de 2013 "escapando de la locura de Venezuela". Meses después pensó en montar un negocio en el que además de un restaurante hubiese un espacio para el ocio de los más pequeños. Su experiencia en Venezuela en la cocina y la comida de cátering fue clave para el desarrollo de una sociedad en la que además de ella y su marido trabajan otras cuatro personas. "Sí, estos premios se agradecen, porque todo negocio requiere un esfuerzo los primeros años. Lo montamos pensando en darle más calidad de vida a nuestra hija", dice, y también por detectar que había mercado en un negocio donde se puede comer, con un espacio propio para el esparcimiento de los niños.