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Recuperación y recreación de la Feira dos Carballiños

Medela Taín: "Mi padre llevó a Os Carballiños varias veces cinco vacas solo para hacer montón"

"Me di cuenta de que para ser un buen capador había que aprender con dos o tres de ellos sus secretos"

Herminio Medela vive con parte de su familia en su casa de Vilatuxe. // Bernabé/Javier Lalín

Este año alcanza un siglo de vida una de las ferias más emblemáticas del Concello de Lalín. Los promotores de la recuperación y recreación de la Feira dos Carballiños, en Vilatuxe, siguen trabajando para que la edición de 2016 sea inolvidable. Cuando nació Herminio Medela el evento había cumplido ya 11 años, pero este dicharachero vecino de Vilatuxe la recuerda como parte de su vida y de la de todos sus vecinos.

-¿Sigue ejerciendo como capador o eso también se perdió?

-Me siento capador y me siento muy capaz para capar. La gente ahora no capa ni cerdos ni cerdas. Yo tuve la suerte de aprender con varios capadores de mi época, y me di cuenta de que para ser bueno había que aprender con dos o tres de ellos. Cada uno de ellos me enseñó un secreto y yo, como ninguno de mis hijos quieren aprender, mi secreto morirá conmigo.

-¿Cómo recuerda la Feira dos Carballiños de sus años mozos?

-Yo la feria la recuerdo de siempre en Vilatuxe. A mi padre le gustaban mucho las ferias, y muchas veces llevaba a Os Carballiños cinco vacas, que no eran para vender para hacer montón porque a él le gustaba mucho esa feria. Nosotros comíamos el pulpo, y las vacas quedaban en la feria. Y eso que aquí se vendía bastante ganado porque era una feria muy grande. La carballeira estaba a tope de ganado. En aquella época cada casa tenía hasta dos caballos porque eran los coches de aquella época, y todos los traían con sus aparejos. Además, la juventud de todas las parroquias de la zona no se la querían perder. A eso de las cuatro de la tarde todo estaba a tope desde la casa de Pura hasta la última de la parte de arriba. Era una fiesta que teníamos todos los meses. Yo no sé como se dejó perder en la parroquia algo así porque era más grande que la fiesta de San Lorenzo.

-¿Qué papel jugaba el antiguo cuartel de la Guardia Civil?

-Yo me acuerdo de esa casa antes de haberlo. Recuerdo cómo la hicieron porque antes que cuartel fue la escuela a la que íbamos todos los niños de la parroquia. Yo empecé a ir con casi ocho años porque antes se empezaba más tarde que ahora. La casa la hizo don Jaime Louzao y, después, vino la Guardia Civil porque aquí había gente que, aunque no robaban a nadie, se dedicaban a ganar un peso y les llamaban estraperlistas. Estraperlistas había en todas partes, pero en una parroquia tan grande había alguno más. Empezó a venir la Guardia Civil y fue cuando la feria empezó a decaer. Ahí había seis agentes y un cabo primero, pero no recuerdo que nunca detuvieran a nadie de la parroquia. Sí recuerdo algunas detenciones, pero nunca fue gente de Vilatuxe.

-¿Se hacían muchas amistades en esa feria? ¿Y dinero, se ganaba?

-La gente se relacionaba mucho porque en aquella época todos los tratantes de ganado se conocían. Mi padre, que era labrador, no se perdía una sola feria de toda Galicia. Ibas a Lalín, Silleda o A Bandeira y te encontrabas con los mismos tratantes porque la gente iba, aunque no tuviera ningún negocio. En lo del dinero, como pasa ahora, había los que ganaban y los que tiraban con todo. Yo recuerdo vender mi padre y yo un par de bueyes que habíamos criado, y que fueron los últimos que vendimos, en lo que los viejos llamaban tres mil reales, unos ciento cincuenta pesos de los años 40, que no era dinero.

-¿Se ligaba mucho?

-Tengo que reconocer que yo tenía mozas en todos los lados a los que iba. Yo tenía un caballo muy bueno, que era de mi padre, y me iba hasta O Carballiño, y fui tres años a la fiesta de Pena de Francia con él. En Os Carballiños había un paseo por toda la feria. Los chicos y chicas paseaban de arriba para abajo con la carretera a tope de gente. Recuerdo que en todas las ferias se preparaban cuatro calderos de pulpo llenas, y ahí no quedaba nada porque se comía todo.

-¿Es cierto que también consultaba un curandero durante los días de feria?

-Sí. Era Manolo de Carracedo, un señor que sabía más que muchos médicos de algunos problemas de brazos partidos y cosas así. Consultaba en el cubierto de María de Cachete y allí le iba mucha gente. Él era hijo de un médico, y algo sabía porque creo que había estudiado bastante. Estaba preparado porque la técnica de manos la tenía muy bien aprendida.

-¿Bailaban en la feria?

-La desgracia fue cuando Manuel, el del café, y la señora Victoria empezaron con los bailes. Antes se bailaba con panderetas y, después, empezaron con los bailes y la gente se marchó para los bailes. Menos mal que Gerardo López y mucha gente recuperan lo que fue aquello, y ya le dije que puede contar conmigo para llevar animales y todo lo que necesite.

-¿Sufrió algún percance durante todos esos años a caballo?

-Tuve un caballo que muchas veces perdía la cabeza. Me pasó una vez que me cayó todo el aparejo del caballo y yo me quedé encima sin caerme. Yo escuchaba como la gente estaba asustada con lo que me había pasado y decían que el caballo no era capaz de tirarme. A mi me divertía aquello porque toda la gente estaba pendiente de ti cuando pasaban cosas así.

-¿Recuerda algún altercado entre los que participaban en Os Carballiños?

-En todos los años que fui a la feria sólo recuerdo dos peleas importantes. Casi siempre pasó porque el que buscaba lío era uno de la parroquia con uno de fuera. Fueron muy pocos líos para la cantidad de gente que venía aquí en los días de feria porque esto estaba a reventar.

-¿Cómo fueron los años de la Guerra Civil en Vilatuxe?

-Aquí tuvimos la suerte de que una vez que tanto durante la guerra como después no hubo ninguna represalia. Y todo porque por un lado había un cura falangista que tenía controlado a los suyos, y por otro un comunista muy conocido también impidió que ninguno de ellos hiciera nada a los otros. Recuerdo una vez que unos falangistas le pidieron a un vecino que les diera todo lo que tenía en el molino, y él se negó. La mujer corrió hasta donde estaba don Francisco, el párroco, y éste le dijo que se fueran de allí porque ya hablaría con ellos. Lo mismo pasaba con los comunistas cada vez que alguno hablaba de ir a por alguien. Su cabecilla era quien les paraba los pies, y así fue que no pasó nada.

-¿Tuvo algún familiar luchando en la Guerra Civil?

-Sí, el más pequeño de mis hermanos murió en el frente, en Elgóibar. Mi madre fue muy valiente y se marchó hasta allá para poder traer el cadáver. Recuerdo que dio muchas vueltas hasta que lo encontró y lo trajo. Estuvo un tiempo en Pontevedra, y después lo pudimos enterrar aquí en Vilatuxe.

-Resulta curioso que no hubiera altercados durante la contienda y, sobre todo, tras el final de la Guerra Civil en todo el lugar.

-Y eso que aquí había mucho republicano, aunque todos los que lucharon en la guerra lo hicieron con los nacionales. Pero, como digo, lo bueno fue que tanto el párroco como el líder de los comunistas de la parroquia se entendían muy bien, aunque recuerdo verlos discutir mucho entre ellos. El párroco terminó muriendo una tarde que volvía de merendar de una casa a la que iba casi todos los días. Apareció muerto donde hoy hay una cruz que lo recuerda, y se supone que le dio algo porque cuando lo encontraron ya estaba fallecido. Era un hombre muy querido por todos los de la parroquia, y siempre hizo lo posible para que todos nos lleváramos bien. Por eso aquí no pasó lo de Donsión y otros sitios, donde hubo tanto muerto.

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