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Víctor Arias Souto, 'Vituco': "Intento que cada pieza que hago sea única, pero no me considero un artista caro"

"Exponer en Carboeiro es una experiencia muy bonita; me gusta oír a la gente decir que le gusta lo que ve"

Vituco Arias posa con algunas de sus esculturas que se pueden ver en la sede de la quesería Pazo de Anzuxao. // Bernabé/Gutier

El monasterio de Carboeiro alberga estos días la exposición "Lembranzas do pobo", compuesta por varias tallas de madera realizadas por Víctor Arias Souto, más conocido como Vituco. Este artista natural de Fontao compagina su pasión por la jardinería con su gusto por la naturaleza y el descubrimiento de la motosierra como herramienta ideal para llevar a cabo unas esculturas singulares.

-¿Cuándo surgió en usted la necesidad de esculpir?

-Tallo madera desde siempre. Lo que pasa es que al principio lo hacía de una manera muy rústica y utilizando una simple navaja. Lo de la motosierra vino después, a raíz de una feria en la que estuve y vi a un hombre haciendo una figura con ella. Me dije que yo también podía hacerlo e incluso mejorarlo. Fue pensarlo y ponerme a ello. Desde entonces, que fue hace unos quince años, no paré.

-Desde fuera no parece sencillo esculpir con una motosierra, ¿es complicado hacerlo?

-La verdad es que para mi resulta muy sencillo. Tiene la dificultad del tamaño, del peso y, también, de lo peligrosa que puede resultar si no sabes manejarla. Se trata de cortar bien y entrarle a la madera sin que te rebote, pero si tienes idea de dibujo -yo empecé pintando cuadros-, de proporciones y demás, no es nada complicado.

-¿Utiliza una motosierra específica para realizar sus obras?

-Utilizo la motosierra normal y corriente, como la que utilizan en el monte para cortar árboles. También uso una más pequeña de poda para hacer los detalles. Las esculturas las suelo rematar a mano o las dejos rústicas en función del lugar para el van a ir o la persona que me solicita el encargo.

-¿Prefiera la madera a otro material para sus esculturas?

-También hago algo en piedra, pero mi problema es que no tengo mis utensilios adecuados. Teniendo las herramientas adecuadas apenas hay diferencia entre esculpir madera o piedra porque la técnica siempre es la misma. Yo también me dedico a reciclar metales porque un día estábamos haciendo una obra en la empresa en la que trabajo y cogí unas roscas, las puse en el cielo y terminé haciendo una figura de un escorpión.

-Con 52 años, ¿cómo se toma su trabajo de escultor?

-Para mi la escultura es una especie de afición, pero tampoco dejo de tomármelo en serio porque cada vez intento hacerlo mejor, aunque lo difícil es poder encontrar el material necesario en muchas ocasiones. Mi idea es llegar lo más arriba que pueda en el escultura.

-¿Qué tal está yendo su primera exposición en Carboeiro?

-Efectivamente es mi primera exposición y no tengo ni idea de cómo moverme en ese mundo. Para mi es una experiencia muy bonita. Me gusta oír a la gente decir que le gusta lo que ve y, de hecho, ya me han encargado algún trabajo recientemente en Lalín.

-¿Se considera un artista caro?

-Intento que cada pieza que hago sea única, pero no me considero un artista caro. La última figura que hice la semana pasada mide más de dos metros de altura y la voy a cobrar en 600 euros, que no creo que sea caro para este negocio.

-¿Cuál es su temática preferida?

-Me gusta la figura humana en diferentes posiciones pero, sobre todo, lo que más me gusta esculpir son animales. Me gustan las escenas de animales cazando y cosas así. Siempre me gustó la naturaleza. Cuando empecé pintando cuadros, yo era el típico niño que iba de excursión que plasmaba en mi cerebro todos los paisajes que me interesaban y, después, llegaba a casa, lo pintaba, porque quería disfrutarlo siempre que quisiera.

-¿Cómo hace para compaginarlo con su trabajo en Anzuxao?

-Lo hago los sábados y los domingos, aunque por la semana suele sacar tiempo para esculpir.

-¿Le apetece vivir de la escultura en un futuro inmediato?

-Me gustaría. De hecho, si tuviera cuatro o cinco piezas al mes yo no haría otra cosa. Mi ilusión sería poder montar un taller como Dios manda y gastarme aún más de lo que invertí en herramientas para hacer las cosas mejor aún.

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