El Concello de Lalín distinguirá al geógrafo Antonio Presas García con la Folla de Carballo. Se trata de la máxima condecoración de la institución pública y con este homenaje se pretende reconocer los méritos del profesor jubilado en diversos campos como la investigación o la defensa constante del patrimonio.
Presas, natural de la parroquia de Soutolongo, es autor de decenas de publicaciones sobre aspectos históricos y geográficos de Lalín y su comarca. Colaborador del Seminario de Estudos do Deza, tuvo un papel destacado en la conservación del Castriño de Bendoiro cuando las obras del Tren de Alta Velocidad (TAV) ponían en peligro esta fortificación. Con esta posición firme incluso llegó a batallar con la administración autonómica y no se doblegó ante los poderes públicos que consideraban que el yacimiento de Bendoiro no sería afectado. Ecologista convencido, conoce gran parte del territorio lalinense, que recorrió a pie en múltiples ocasiones para realizar estudios, localizar hallazgos o ilustrar a los ciudadanos sobre bienes patrimoniales para muchos desconocidos. Especialista y apasionado de la cultura castreña, escribió junto a Xoan Carlos García Porral la publicación O mundo dos castros: A comarca de Deza. Publicada en 2014, esta completa guía fue editada por FARO como herramienta de trabajo para los centros educativos. En mayo del año pasado, también con Porral y con el lalinense Celso Fernández Sanmartín, editaron una publicación sobre las leyendas de los castros de Cotarelo (Goiás) y Donramiro.
Para la entrega de la condecoración, registrada oficialmente por el Concello hace años, no hay fecha por el momento. Tampoco ha trascendido qué distintivo tendrá la Folla de Carballo. En los últimos años no se aprobaron este tipo de reconocimientos. Entre los condecorados están, al menos, los concejales Alfonso Méndez Madriñán, José Martínez Mondelo y María Xesús Iglesias. En septiembre de 2003 el pleno de la corporación aprobaba esta distinción a los tres ediles fallecidos hasta la fecha de la etapa democrática. Ese mismo año el cooperante Enrique Aller era reconocido a título póstumo. Había fallecido en un accidente en Perú.
