Alberto Figueiro se enfundó nuevamente ayer sus mallas para completar la segunda etapa del ejemplar ejercicio de solidaridad que lleva por nombre Lúatlon. Fue un día de emotivas muestras de reconocimiento que empezó con el frío que le acompañó durante todo el trayecto entre Caldas y Silleda y culminó en A Coruña con el calor de los que fueron compañeros en Salvamento Marítimo de su hermano Luis Miguel.

Al igual que el primer día, ayer tocaba trayecto a la carrera. Como 24 horas antes Alberto contó con un amigo de O Grove para acompañarle. En esta ocasión fue César García, pero su buena voluntad no fue suficiente para aguantar todo el duro y empinado recorrido por lo que se tuvo que retirar a mitad del trayecto para completarlo en el coche de apoyo. Quien no desfalleció fue el propio Alberto que incluso reconoció que "me encontré mejor de piernas que el primer día. El cuerpo ya parecía más habituado al esfuerzo y lo hice bastante bien". La sorpresa del día la marcó el GPS del grovense puesto que finalmente fueron 47 los kilómetros completados y no 40 como marcaba el rutómetro.

Lo cierto es que el paso de Alberto Figueiro por la comarca del Deza fue una constante muestra de apoyo a su causa. El Club Atletismo San Paio de A Estrada quiso mostrarle toda su admiración a la causa y no dudó en acercarse a Silleda para fotografiarse con el protagonista de la hazaña. También el gobierno local no quiso que pasase desapercibida la llegada del grovense y fue recibido por el alcalde, Manuel Cuiña, y los concejales Klaus Brey y Pili Peón. Allí también estaban Olga Baltasar y Mercedes Folla, de la agrupación silledense de la Asociación Española Contra el Cáncer, entidad a la que se destinarán todas las aportaciones que se hagan para tal motivo a través de la web luatlon.org.

La reparadora comida, ya en Santiago, se convirtió en el preludio de una sesión de baño y masaje que sirvió para desentumecer los músculos de cara a la primera jornada en bicicleta prevista para hoy. Ponferrada será el punto de meta después de completar 182 kilómetros con exigentes puertos de montaña en el escarpado recorrido.

Pero la de ayer se convirtió en una jornada con un colofón muy especial en A Coruña. Allí, Alberto y su equipo de apoyo, visitaron a los que fueron compañeros de su hermano homenajeado en la estación de Salvamento Marítimo. Un encuentro que le cargó de energía.