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Las piedras hablan de A Estrada

Diversas esculturas situadas en distintos puntos del casco urbano constituyen un testimonio inerte de la historia de las gentes, la cultura y las tradiciones que identifican al municipio estradense

Hay mucha formas de contar la historia de un pueblo. Recorrer un museo que atesore su pasado y su presente puede ser un modo de narrarla sin necesidad de muchas palabras. También puede combinarse la imagen con el verbo para explicar, largo y tendido, en prosa o en verso, qué enclaves, personas, tradiciones o manifestaciones culturales identifican tanto a un territorio como su propio nombre. Decir A Estrada en lo mismo que hablar de verdes parajes entre ríos caudalosos; es igual que hablar del salmón que remonta incansable las aguas del Ulla; es como referirse al coraje de un aloitador durante la Rapa das Bestas o hablar de muchos nombres propios de las letras que tuvieron estas tierras como cuna. La piedra habla en muchos rincones del casco urbano de todo ello sin decir palabra.

La historia que cuentan estas esculturas pasan para muchos desapercibida, quizás por la localización escogida para la mayor parte de estas obras de arte. Al menos nueve de estas estatuas están concebidas a modo de pétrea hilera en la Rúa da Cultura, una avenida escogida hace años para ser adornada con escalas que recordasen de esta hermosa manera a la persona a la que el Concello de A Estrada dedicaba un Año Cultural, una iniciativa que terminó cayendo en el olvido.

La primera de estas obras se remonta al año 1997 y se dedicó a honrar la memoria del escritor Manuel García Barros en el Año Cultural que A Estrada reservó en memoria de Ken Keirades. Sin embargo, el autor de Contiños da terra no es el único a quien se recuerda con una escultura en esta calle de A Estrada. En 1998 se homenajeó de este modo al que está considerado como el patriarca del teatro gallego, Manuel Daniel Varela Buxán. Á memoria dun pobo, reza la tercera escultura en esta sucesión de obras de arte. No se ofrecen más explicaciones y únicamente se añade el año 1999.

Avelina Valladares, la poetisa de Vilancosta que presta su nombre al premio de poesía que desde hace años concede el Concello de A Estrada cuenta también con una escultura que la recuerda desde esta calle local (año 2000), al igual que otra pieza datada en 2001 hace lo propio con el poeta Manuel Cabada Vázquez, oriundo de Codeseda. En 2002 el Concello tomó el acuerdo en pleno de dedicar este Año Cultural a Bernardo Rodríguez Ribeira, cuya escultura en la Rúa da Cultura lo recuerda como "emigrante sobranceiro". Al año siguiente otro recuerdo construido en piedra quedó para la posteridad en memoria de Marcial Valladares Núñez, el célebre estradense autor de un diccionario gallego-castellano y de la primera novela moderna en lengua gallega, Maxina ou a filla espúrea, obra que lo recuerda desde la escultura.

En 2004 se colocó otra escultura en honor al médico, escritor y humanista San Miguel de Castro que un día fue alcalde de A Estrada, Manuel Reimóndez Portela, y en 2005 una pieza en memoria de Antón Losada Diéguez pone fin a esta sucesión de arte con nombre propio.

Cuando no se recorre la Rúa da Cultura, son pocos los ejemplos escultóricos que embellecen las calles de A Estrada. En la Praza da Inmaculada puede encontrarse una obra del célebre escultor Francisco Asorey, una pieza que en este 2016 cumple 60 años de historia. La Purísima fue un encargo promovido por el párroco de A Estrada Don Nicolás Mato Varela y sufragada por la villa, siendo las impulsoras de esta colaboración las integrantes de la Asociación de hijas de María. La escultura se colocó en un primer momento justo delante la puerta principal de la iglesia parroquial de San Paio, si bien más tarde fue movida hacia la derecha, a raíz de la reforma practicada en la plaza que lleva su nombre.

Los otros dos ejemplos escultóricos en la villa hay que buscarlos en dos lugares bastante emblemáticos, al menos en el caso de la escultura de más reciente colocación. Se trata de la estatua que representa al salmón del Ulla, de la autoría de Cándido Pazos, y la que representa la tradición de la Rapa das Bestas, firmada por Manuel Vilaverde. En el primero de los casos el "rey del río" preside una plaza pública de reciente creación en la Porta do Sol. La pieza que encarna la tradición de Sabucedo se encuentra cerca de la Praza de Galicia.

El resto de las esculturas que recogen de algún modo la historia de A Estrada hay que buscarlas de puertas para dentro. En la Fundación de Exposicións e Congresos se honra la memoria de Manuel Reimóndez Portela con una pieza que representa un libro. Ante ella se depositan cada año flores en memoria del escritor y humanista que presta su nombre al premio periodístico que convoca esta fundación estradense.

A Estrada tiene mucho que contar. Tiene muchos sinónimos que, convertidos en piedra, madera o metal, podrían contar su historia desde muchos espacios urbanos, contribuyendo, como lo hacen los procesos de humanización de las calles tantas veces aplaudidos, a difundirla y a engrandecer el espacio que ocupen.

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