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María José Buituron: "La tranquilidad y el colorido de Lalín influyeron en mi obra"

"No pinto paisajes, pero mis cuadros dicen siempre dónde estoy"

María José Buituron sostiene una de sus obras. // Bernabé/Gutier

Hasta el mes de marzo, los clientes del Café de Mili, en la calle Principal de Lalín, podrán contemplar la exposición "Postales", una quincena de obras de la artista argentina María José Buituron Muñoz, afincada desde hace ocho años en la cabecera comarcal dezana. Algunos de los cuadros se encuentran a la venta.

-¿Qué podemos ver en esta exposición?

-En la muestra cuelgo varias obras que recorren la evolución de mi obra pictórica, porque incluyo tanto parte del trabajo que realicé en Argentina a partir del año 2000 como obras a las que di forma una vez instalada en Lalín, o incluso un cuadro que creé durante unas vacaciones en Londres junto a mi hijo. Hay, además, un pequeño espacio reservado para una obra de mi hija pequeña, que ganó un premio en un colegio. Ella ha heredado de mí esa vena artística.

-¿Cómo se nota esa evolución en su pintura?

-Mi obra en Argentina era muy fuerte, muy melancólica. La pintura que traigo de allá es más rígida, con colores más bajos y oscuros. Puede verse un cuadro, Hombre encadenado, que demuestra cómo me sentía yo en Buenos Aires. No es un cuadro agradable, en él aparece un hombre gritando e, incluso, para darle mayor realismo a la imagen, lo tuve una semana a la intemperie y rasqué algunas partes con lija de carpintero. Esta obra, que está acompañada por un poema, ganó un segundo premio de la Embajada de Italia en Argentina. Me recuerda a la frase de una amiga, que dice que el arte son dos alas que nos salvan de nuestros propios infiernos. Pero este cuadro, y los demás que pinté en Argentina, no tienen nada que ver con mi obra posterior, que no es nada agresiva y está impregnada de colores vivos, porque es lo que me transmite Lalín. Además, me gusta mucho incorporar elementos como telas, piedras, caracolas marinas...

-Recalca que lo que más le atrajo de Lalín fue su paisaje y su tranquilidad. ¿Cómo recaló en la capital dezana?

-Aunque nací en Buenos Aires, tengo raíces gallegas, porque mis abuelos son de la Costa da Morte, y allí tengo primos que también se dedican al arte. Debido al crack económico de Argentina, mi hermano decidió emigrar y se instaló en Santiago. Trabajaba de camarero en un bar y allí conoció a un chico que era de Lalín. Mis padres, entre tanto, deciden vender la pastelería que tenían en Argentina y montan aquí en Lalín una empresa de carpintería, es decir, un negocio que no tenía nada que ver con el que habían tenido hasta la fecha. La última en venirme fui yo. Mañana, día 20, hace ocho años que llegamos aquí mis tres hijos y yo. La verdad es que me siento en parte gallega y en parte argentina. Cuando estaba allá me gustaban los bailes típicos gallegos y me enseñaron a tocar la pandereta. Ahora, que vivo aquí, no puedo aguantar sin tomar mate.

-Está, además, en un tierra muy fértil en cuanto a pintores.

-Así es. Es sorprendente que en un lugar tan pequeño haya tanta gente que pinta y tantos creadores tan excelentes. Me encanta la obra de Laxeiro y pude establecer muchos contactos con pintores contemporáneos como Fondevila, Sucasas, Soraya Prieto o Katiuska Ramos gracias al taller que impartió Pilar Taboada. Pero el hecho de residir aquí me permitió conocer no solo a pintores de una calidad tremenda, sino también a otros creadores como el escultor Francisco Xavier Froiz, que vive en A Xesta.

-¿Cuáles son sus próximos proyectos?

-Estoy preparando para el Cocido de Lalín una obra mediana en la que puede verse a un cerdito, dentro del que hay todo un paisaje compuesto por playa y bosque. Me recuerda a otra obra de un pez gigante en cuyo interior hay todo lo referente a Galicia, en tonos muy alegres. Yo no pinto paisajes, pero es muy fácil saber en qué país me encuentro o a qué país aludo según qué obra. Sí pinto desnudos, sobre todo femeninos, de los que expondré una parte en marzo en la Casa de Cultura de Chantada.

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