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La evolución del centro administrativo de Lalín

Un barrio surgido entre fincas cubiertas de maleza

El plan parcial de O Regueiriño desarrolló casi 80.000 metros cuadrados para construir cerca de medio millar de viviendas - De los 29 solares, 11 están aún sin edificar

En enero se cumplirán once años desde que el departamento municipal de Urbanismo recibía las primeras peticiones de licencia para la construcción de 74 viviendas en la urbanización de O Regueiriño. Aquellos proyectos, de 27 y 44 pisos marcaban lo que sería el desarrollo de la llamada entonces nueva milla de oro de Lalín. Atrás habían quedado años en los que el conocido como Plan Parcial SUE-1 se puso en marcha para convertirlo en el centro administrativo de la capital dezana y ampliar la bolsa de inmuebles dentro de la trama urbana.

Aquella revolución urbanística partía de unos terrenos que, pese a estar al lado del centro, eran fincas sin apenas uso en las que manaba el agua. Con su desarrollo, en pleno bum del ladrillo, se beneficiaron los dueños de los predios, las constructoras que levantaron bloques de viviendas y también la administración municipal. Para convertir aquellas fincas llenas de maleza en una moderna área fueron aportadas 59 propiedades y, tras el consiguiente reparto de cargas y beneficios, resultaron 29 solares de uso residencial y otro de uso terciario. El coste de la urbanización ascendió a casi 3 millones de euros. La zona en la que ahora se asienta la nueva casa consistorial o el edificio de los juzgados comarcales tenía un ámbito de actuación de 79.786 metros cuadrados. Este espacio se dividió en usos lucrativos -viviendas-, dotacionales públicos y sistemas generales. En O Regueirño, tal y como consta en el expediente del plan parcial, se proyectó la posibilidad de levantar hasta 487 viviendas, de las que 49 eran residencias multifamiliares protegidas. Pero aquellas previsiones fueron demasiado ambiciosas, máxime cuando la actividad frenética de las grúas daba paso a estructuras sin apenas actividad. Hace algo más de cinco años esta urbanización alcanzaba las 309 viviendas construidas y con capacidad todavía para 178 más. La construcción no solo no se movió más desde entonces sino que uno de los bloques de viviendas proyectados está todavía con su estructura al aire y otro acabó en manos de una entidad bancaria, que liberó hogares a valores de mercado mucho más bajos. En este nuevo barrio existen 17 solares de uso residencial edificados, uno en fase de construcción y 11 que permanecen en su estado original.

El desarrollo de O Regueiriño vino precedido de la aprobación del Plan Xeral de Ordenación Municipal (PXOM), en 1999, que asentó las bases del desarrollo del Lalín que conocemos en la actualidad. Un núcleo urbano que creció de manera tan ordenada como, quizá, desproporcionada para la dimensión de la capital de comarca. Esta zona hoy en día tiene vida propia por el importante nivel de ocupación de las viviendas -todavía quedan algunas vendidas pero sin ocupar-, pero sin duda por asentarse allí la casa consistorial, la oficina comarcal de recaudación (ORAL), los juzgados o más recientemente el servicio de tramitación del DNI. La comercial es más pobre y la mayor parte de los locales comerciales permanecen desocupados. No fraguó la posible instalación de un centro de negocios o un área comercial de alimentación en un predio situado detrás de los juzgados y tampoco el centro de día residencial. La oferta actual se limita a un negocio de hostelería, una agencia de viajes y una óptica. Cada establecimiento está en cada uno de los tres bloques de viviendas del margen izquierdo de la calle Habana.

Sus espacios viarios ocupan más de 24.000 metros cuadrados y sirven de conexión con la Avenida Cuiña hacia el Lalín Arena, el centro por Ramón Aller o el Paseo do Pontiñas. En plenas fiestas de Lalín de 2004 se inauguraba con fuegos artificiales una urbanización llamada a ser el eje urbanístico de la localidad. En parte así fue, aunque la previsión de viviendas no se logró y desde algunas zonas de O Regueiriño todavía se sigue divisando los montes Carrio y Candán. Este horizonte óptico permanecerá todavía mucho tiempo, el mismo que quien sabe tardarán en regresar las grúas a la milla de oro de Lalín.

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