Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Fernando Rodríguez Taboada: "Fuimos a tocar a un funeral muiñeiras porque el difunto era muy alegre"

"Lo más difícil de la gaita no es darle a los dedos, es controlar la presión cuando soplas"

Fernando Rodríguez con sus dos herramientas de trabajo, en la Carballeira do Rodo. // Bernabé/Gutier

El pasado domingo la formación A Carballeira de Cercio celebró por todo lo alto sus primeros veinte años de vida. La prestigiosa agrupación de música y baile tradicionales cuenta entre sus miembros con Fernando Rodríguez Taboada, un polifacético integrante que toca la gaita, baila en el grupo de danza y, además, da clases a las pandereteras más jóvenes de este colectivo cultural lalinense.

-¿Cómo consiguió entrar en A Carballeira de Cercio?

-Yo empecé de gaiteiro con Carlos, el del Fogar de Breogán, porque somos amigos de la infancia, y él estaba con Os Xuncos. Plácido me prestó una gaita y empecé a tocar. En Santiso también llegamos a crear un grupo de baile que se llamaba Outras herbas. Poco después conocí a una chica, que ahora es mi esposa, y que pertenecía a A Carballeira de Cercio, y así fue como pude empezar con ellos en un tiempo donde el grupo de Santiso se había ido ya al traste. También estuve en Ailola, en Lalín, pero también se terminó, y eso hizo que terminara en A Carballeira.

-¿Gaita, baile o enseñanza?

-A mi lo que más me gusta es tocar la gaita, aunque también me gusta enseñar. Me gusta más lo de la gaita porque lo pasas mejor y lo vive mucho más. Cualquier artista tiene que vivir lo que hace, un gaiteiro también. Yo soy un autodidacta de la gaita, aprendí las primeras piezas con Carlos con un flauta, me decía qué dedo levantar y yo lo hacía, pero con el tiempo escuchas una pieza y ya sabes cómo tienes que interpretarla.

-Tal y como lo cuenta hasta parece fácil tocar la gaita. Supongo que no es así, claro.

-Lo más difícil de tocar la gaita no es darle a los dedos, lo más complicado es controlar la presión mientras soplas. Eso se aprende cogiendo la gaita, metiéndote en los sitios cerrados sin que haya gente cerca para no molestar, y soplar hasta que consigas dominar y controlar la presión que te decía.

-¿Es de los que le gusta cuidar la gaita que utiliza en actuaciones?

-La mía la tengo prestada ahora a un sobrino desde hace tres años porque para recoger hay que sembrar. El chaval empezó hace tres años con nosotros.

-¿Cuál es la pieza que más le gusta interpretar con la gaita?

-La verdad es que me gustan todas. Depende del momento. Si estás en una boda te apetece una pieza, pero si estás en un acto solemne es normal que te apetezca otra.

-¿Qué le parece la leyenda que dice que la gaita es triste?

-No estoy para nada de acuerdo. Te puedo decir que nosotros hemos ido a tocar a entierros y todo. Fue complicado y una sensación rara incluso para nosotros. Cuando lo mejor lo pasamos es ensayando en el teleclub y tocas alguna pieza medio en broma. Recuerdo que fuimos una vez a tocar a un funeral en Escairón porque nos llamaron. Les dijimos que si querían tocar alguna marcha solemne y nos dijeron que de eso nada, que el difunto era muy alegre y que querían muiñeiras, jotas y pasodobles. Como te digo, fue una sensación muy extraña para nosotros.

-¿Y lo del baile?

-Empecé a la vez que con la gaita, pero no tiene nada que ver. Nosotros bailamos en capitales por toda España en auditorios con miles de personas, y eso te impone mucho. Es muy diferente que la gaita porque tocando dependes más de ti mismo, y en el baile es más colectivo, y si alguno falla arrastra a los demás. En la gaita si te sale algo más el resto del grupo te puede arropar para que no se note y hay menos presión. Bailar me gusta pero significa estar más concentrado en menos tiempo que cuando estás tocando la gaita. Nosotros tenemos un repertorio muy variado y con bailes de todas partes de Galicia.

Compartir el artículo

stats