-¿Qué tiene Cercio para contar con una agrupación cultural y musical tan prestigiosa?
-En Cercio hubo gente como Varela Buxán, el sacerdote Juan Bautista Alonso, César Sexto, Eliseo Carballal o Manolo de Blanco, que desde antes de crearse la asociación trabajaron por dinamizar la parroquia. Ellos fueron los que compraron los terrenos para hacer el actual colegio y otras acciones importantes. Yo también pienso que la gente de allí es muy alegre y divertida, y eso también influye.
-¿Los vecinos les transmiten su orgullo a los miembros de A Carballeira de Cercio
-Sin duda. Pienso que la gente debería de estar orgullosa porque tienen un grupo que lleva el nombre de Lalín y de Cercio a capitales como Lisboa, Valencia, Sevilla, entre otras. Todos los años hacemos un viaje de intercambio cultural. Tenemos cantera de Cercio, pero en el grupo ya hay gente de Donramiro, Botos o Vila de Cruces.
-Las pandereteiras son quizás las que más fama tienen...
-Y no es de extrañar. No es porque sean las nuestras, pero son de lo mejor que hay. Yo enseñó a las medianas, de las que vienen empujando fuerte desde abajo. Las pandereteiras de Cercio empezaron ensayando con Marita, una chica de A Bandeira que les da clases de baile a Xirandola, y ahora llevan muchos años ensayando solas, lo que tiene mucho mérito porque no tienen un profesor que les marque el rumbo.
-¿Cómo hacen?
-Es impresionante porque se meten solas en una sala, le dan al cedé para adelante y para atrás, y deciden cómo tienen que hacerlo. Hay gente que piensa que la pandereta es algo sencillo, pero tiene su técnica. También tienen mérito porque llegaron de otros grupos y consiguieron acoplar perfectamente las voces al grupo que hay formado en A Carballeira de Cercio.
