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Tributos inmobiliarios

Cuando tener una vivienda es un problema

El recibo de la contribución de un piso se disparó en Lalín hasta un 171% en once años -El IBI en A Estrada subió de golpe al suprimirse la bonificación ilegal -Los valores catastrales en la capital dezana están demasiado elevados

Panorámica del núcleo urbano de Lalín desde la casa consistorial. // Bernabé/Javier Lalín

El afán por acumular patrimonio es algo propio o casi genético de los gallegos. La adquisición de tierras de tiempos pretéritos se mudó en los últimos años por invertir en ladrillo como un valor seguro para revalorizar un capital que muchas ocasiones correspondía a los ahorros de media vida. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria forzó un nuevo escenario, sobre todo en localidades como Lalín, en las que la construcción desmesurada no supuso el acceso a una vivienda en condiciones más asequibles, sino todo lo contrario. La espiral de precios al alza se mantuvo hasta que la crisis frenó en pocos meses una tendencia de décadas. Ahora algunas familias tienen serios problemas para mantener su patrimonio inmobiliario. Tanto los que tienen un solo hogar como los que invirtieron dinero en un piso echan cálculos para ver la manera de sostener los gastos que le generan estos bienes.

El Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) es uno de los problemas al que se enfrentan muchos ciudadanos. Mientras el precio real de mercado de sus propiedades ha bajado y tampoco hay demanda para colocar estos pisos en venta, la contribución en municipios como Lalín se ha disparado en los últimos años. Valores catastrales desproporcionados y recibos propios de barrios casi de lujo de grandes urbes son algunas de las razones para entender este asunto. Lalín es quizá, en Deza y Tabeirós-Montes, el ejemplo de villa en la que la construcción sostuvo parte de la economía local durante años. Pero mientras estos bienes en casos se han depreciado, los recibos de la contribución han subido en casos hasta en un 171%. Vamos a los ejemplos. Un piso de unos 140 m2 en calles como Principal o Loriga que en 2003 pagaba de contribución 123 euros, pasó el año pasado a abonar casi 336. La consecuencia de este incremento hay que analizarla desde dos perspectivas: el tipo impositivo que aplica la Dirección General de Catastro -con el visto bueno del ayuntamiento de turno- y la valoración catastral de la comunidad autónoma, que además se toma como referencia a la hora de pagar tributos de plusvalías o en operaciones de compraventa. El valor de un hogar como el antes citado pasó de los 24.700 euros hace ahora doce años hasta los 67.150 el pasado ejercicio.

Pero este "catastrazo" no es exclusivo de pisos del centro. En la rúa da Ponte, por poner un ejemplo, los propietarios de inmueble de 120 m2 pagaban de IBI en 2003 unos 97 euros y, tras una subida del 150%, pasaron a abonar el ano pasado 242. Su valor catastral subió desde los 19.400 a los casi 48.500. Entre 2004 -año de aprobación de la última ponencia- y 2011 el tipo bajó anualmente desde el 0,5 al 0,43 hasta que el Estado permitió durante los tres últimos ejercicios el 0,5 de nuevo. Para 2016 habrá un tipo único del 0,46.

Diseminado

Un asunto a tener en cuenta son aquellas casas construidas en terrenos diseminados, pues no se benefician del 60% de la bonificación que Lalín aplica a las viviendas construidas en núcleos rurales definidos. Así las cosas, una vivienda de unos 230 metros cuadrados desembolsaba anualmente al ayuntamiento 228 euros en 2004. El pasado ejercicio el recibo se incrementó en un 81% hasta alcanzar los 415. También se disparó su valor para Catastro, en concreto desde 45.600 a más de 83.000 euros. Si nos vamos a una construcción más grande, de 450 metros y compuesta por sótano, planta baja y dos alturas, la contribución suponía para sus propietarios en 2004 el pago de unos 412 euros. Tras otro incremento porcentual semejante, esta cuantía de vio incrementada hasta los 750 euros. Es decir, al margen de otros gastos comunes en una vivienda de estas características, el IBI representa 62,5 euros mensuales. Si en el caso de la primera casa en diseminado que hemos analizado el valor catastral subía en este período de tiempo en más de un 80%, en este último la proporción es semejante. La tasación que para Catastro tiene este inmueble de 450 metros se incrementa desde los 82.500 a los 150.200.

Más complejo resulta realizar un análisis idéntico en A Estrada. Aquí se da una particularidad, pues el Concello aplicó durante años una bonificación al IBI del 37,5%; luego retirada a los vecinos por ser ilegal. En todo caso la administración local, con ese descuento, dejó de ingresar más fondos por un tributo que una vez retirada la bonificación se disparó de repente. Para este año estaba prevista una subida del 10% en los valores. El incremento de la contribución para los estradenses no fue tan lineal y quizá por eso generó tanta crispación social, aunque lo cierto es que tomando como referencia los mismos años que en Lalín, esta subida no fue tan acusada. En este caso también acudimos a dos ejemplos de pisos; uno en pleno centro y otro en una calle más alejada. Una vivienda en la Praza de Galicia de unos 140 m2 que en 2003 pagaba de IBI anualmente 186 euros pasó, el año pasado, a abonar 211. Cierto es que si echamos la vista atrás y observamos el dato de 2013, el importe de este recibo estaba sobre 288 euros. En todo caso la subida porcentual no rebasa el 70% en este caso particular. Este mismo hogar pasó de tener una valoración catastral de 42.190 euros a 52.787. La diferencia a la baja con Lalín es evidente. Un piso, de unos 130 m2 en Fernando Conde que pagaba 109 euros vio incrementado su recibo hasta los 186 en 2013 y su valor catastral subió también un 25%; de 27.300 a 34.200 euros.

Silleda

Más asequible está el IBI en Silleda, una vez que la subida de los recibos en dos casos detallados entre 2003 y 2014 está en torno al 28% frente al 150% de Lalín. Una vivienda de 150 m2 en la Avenida do Parque tributaba 118 euros y el año pasado, 152. El valor catastral ni siquiera creció en la misma proporción. Pasó de 22.349 a 25.400 euros. Otro ejemplo de una calle, también céntrica es el de un inmueble en la Avenida do Trasdeza. La subida de los recibos y del valor catastral es semejante al caso anterior. Lo que abonan sus dueños pasa de 85 a 109 euros y la tasación de Catastro, de 16.000 a 18.300 euros. Cabe indicar que los valores autorizados en la capital trasdezana estaban en el 0,53 en 2003 y 2004, pasando al 0,6 en diez años después.

En Sanxenxo, un de los lugares donde los pisos están al alcance de las economías más solventes, se paga más de IBI que en Lalín, pero el salto entre este período -2003 y 2014- no es tan acusado. En pleno paseo de Silgar un piso de 100 m2 incrementó su contribución un 70%, de 287 a 490 euros. Y un inmueble de 130m2 que pagaba 370 euros, subió a 632. Su valor catastral se vio incrementado solamente en un 13%; de 92.500 a 105.300 euros.

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