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José Crespo Iglesias: "Estoy orgulloso de mi gestión; vender mal las cosas es un problema del PP"

-"Mi equipo y yo nos preocupamos demasiado de la macro política y poco de la pequeña" - "Ahora me toca reinventarme y armar un grupo para volver a regir Lalín conmigo o sin mí, porque a este pueblo se lo debo todo"

Crespo en la entrevista, en la sede del PP de Lalín. // Bernabé/Luismy

Fue, durante 25 años, alcalde de Lalín y uno de los municipalistas más conocidos de Galicia. El veredicto de las urnas lo apartó del sillón de mando y esta inesperada derrota lo envió a las frías bancadas de la oposición; un lugar en el que no se siente especialmente cómodo, pero en el que, asegura, aguantará hasta rearmar un equipo para que el PP vuelva a reconquistar el poder en uno de los que hasta ahora eran sus feudos inexpugnables. El bastón de mando lo ostenta ahora Rafael Cuiña, vástago del padre político de Pepe Crespo. Crítico con la labor del gobierno en estos cuatro meses de mandato, apostilla que su relación ahora con "la familia Cuiña es ni fría ni caliente; como a cero grados". Su futuro podría estar lejos de Lalín -Santiago y Madrid- son algunas de las plazas en las que su partido podría reservarle un puesto merecido. Pero por ahora compatibiliza su cargo de edil con el de diputado provincial del PP. Crespo atiende a FARO DE VIGO en la sede del partido con un cuaderno repleto de anotaciones y, pese a su condición de aficionado al Real Madrid, hoy su corazón es rotundamente celeste.

-Cuatro meses después de entregar el bastón de mando, ¿qué valoración hace?

-Tras un cambio de gobierno inesperado para mí, sigo en la oposición por coherencia y responsabilidad con los vecinos, no por necesidad. Debo aceptar el lugar al que me mandaron los ciudadanos. Me gustaría que lo que nosotros hicimos bien no se destruya y le diría al nuevo gobierno que no se puede ir de campeón diciendo unas cosas cuando son oposición y hacer lo contrario, como está pasando con el IBI o las plusvalías, cuando se gobierna. La coherencia es fundamental en política.

--Usted dijo dos días después del 24-M que la pájara electoral le había durado 24 horas. ¿Sigue pensando lo mismo?

--Es difícil adaptarse a una situación inesperada, pero los luchadores, a los que no nos regalaron nada en la vida, sabemos que cuando nos caemos hay que levantarse. Yo no caí muchas veces, pero siempre me levanté. Una vez asumido y aceptado todo estoy trabajando lo mejor que sé para hacer oposición, aunque mi equipo no está al cien por cien. El PP, así como lo hizo lo mejor que pudo siendo gobierno, será útil ahora en la oposición.

--¿Se le pasó por la cabeza maniobrar para evitar un cambio de gobierno tal y como habían dictaminado las urnas?

--En absoluto. No hablé con nadie, sobre todo porque sabíamos que iban todos en contra nuestra. Todos los que se presentaron querían desalojar de la Alcaldía al PP y lo que no podíamos hacer era andar mendigando. Con la única que podría haber algo de simbiosis era la de Cuiña y obviamente no había nada que negociar porque los posicionamientos estaban claros.

-Habrá escuchado muchas veces que en Lalín alborexa

-Para gustos pintan colores... Yo solo digo que espero que este populismo artificial del alcalde no le salga caro a Lalín. Solo digo que poner tiritas lo hace cualquiera, el problema es cuando hay que operar. Cambios de macetas, música en la calle... Ahora es cuando hay que hacer gestión y se ve que se sube el IBI a los más necesitados, se mantienen las plusvalías. Hay que se coherente en esta vida, porque en caso contrario nos pasará factura. No se puede decir una cosa y hacer la contraria, que es lo que hace este gobierno. Pepe Crespo, para lo bueno y para lo malo, es el mismo ahora que cuando era alcalde.

-Usted insiste en la política de gestos sin alcance. ¿Era tan complicado de hacer antes?

-Esa es una buena pregunta. Mi equipo y yo mismo nos fijamos demasiado en la gestión macro y nos olvidamos de la micro. Uno de los errores políticos míos como jefe de equipo fue pensar solo en crear proyectos como el Pazo de Liñares, el magnífico laboratorio de Mouriscade, la nueva biblioteca, el vivero de empresas... Pensé que con ese bagaje y con más de cinco millones invertidos en el rural era suficiente, pero por desgracia a veces es más importante arreglar una farola o la limpieza de una cagada de un perro en una calle que montar Liñares. Estoy orgulloso de mi gestión en 25 años, lo de vender mal las cosas es problema mío y en general de mi partido. Mi último mandato fue el más productivo para Lalín de la crisis, pero nos olvidamos de venderlo. Lo difícil es hacer esa macrogestión, que es lo que le da futuro al pueblo.

-Algo positivo tendrá este gobierno...

-Todos los gobiernos tienen cosas positivas. Si algo es el más demagógico de la historia de Lalín. Dicen una cosa, hacen la contraria y lo venden en plan positivo. Venden una bajada del IBI que no es tal, ellos, los que hablan tanto de políticas sociales. Quizá en los detalles de atención al ciudadano están siendo más espabilados que nosotros. Nosotros hicimos, por ejemplo, una calle, que es lo difícil y ellos ahora le pasan una manguera para que esté limpia.

-¿Qué opinión le merecen estas tres o casi cuatro patas que sustentan el ejecutivo?

-Era una crónica ya clara en la toma de posesión. Podemos dar por sentado que el BNG es cuarta pata y entre todos hay ideas muy heterogéneas. La diferencia entre el alcalde y otros ediles es bastante, pero los aglutina el estar todos contra el PP. Alucino con esa ductilidad del alcalde de estar en un acto de la Guardia Civil diciendo que es nieto de un guardia y al día siguiente escribe Hespanha y es casi independentista.

-Usted conoce bien la situación económica del ayuntamiento. Con honestidad, ¿cómo dejó su grupo la administración local?

-Lalín está entre los tres o cinco primeros concellos de primera categoría de Galicia con la mejor situación económica. Se creó en torno a nosotros un mantra de que éramos megalómanos y sé, por fuentes bien informadas que cuando llegaron al concello, alucinaron. Vieron que había dinero para inversiones, planes de obras. Dejamos en los bancos depositados más de cuatro millones y una deuda de algo más de cinco. A Estrada está mejor, pero después, nosotros.

-En las negociaciones del Párking Europa, ¿Cuiña le metió a usted un gol por la escuadra o se quedó en un penalti?

-De gol, nada. Hay que ver lo que se paga y lo que cuesta poner el aparcamiento a funcionar, y esas cuentas van a cambiar con respecto a lo que dijeron.

-Se acaban de hacer públicos los presupuestos de la Xunta y para Lalín no ha venido ni un solo euro.

-Eso es injusto. Observo que de los fondos de la Xunta, este año, se ejecutó la mejora de una capa de aglomerado al polígono, una escuela taller, un coche nuevo y otras cosas que yo había gestionado. Veo en la prensa que se acomete una pista en O Souto que pedí a la Diputación de fondos de libre designación y reclamé a Cuiña que no cambiase y no lo hizo. Todos los planes de obras de este año fueron gestión nuestra.

-Bien, pero estamos hablando del próximo año.

-A Estrada se lleva una guardería, pero nosotros teníamos ya dos y eso puede distorsionar la visión de las cosas. Y no olvidemos que hay que poner 25 millones de euros para las expropiaciones del Pontiñas. Casi ná, casi ná, solo digo eso. En todo caso, Lalín es uno de los concellos mejor dotados de Galicia, tenemos servicios casi como los de una ciudad. Es normal que a otros les toque ahora algo, porque en épocas de crisis hay que redistribuir las cosas.

-¿Pensó, cuando perdió la mayoría absoluta, en presentar de inmediato su dimisión?

-Cuando perdí la mayoría para mi fue un shock. En toda Galicia no se contaba, ni lo contaba yo, ni mi grupo, ni las encuestas, ni la de Compromiso por Galicia... Cuando sucede algo que no esperas debes aclimatarte. Me apliqué la parábola de santo Job: Dios me lo Dios, dios me lo quitó. Lalín me dio tranquilidad para gobernar con tranquilidad durante 25 años y hay que respetarlo. Di lo mejor de mi mismo, me dejé la piel por Lalín. En algunas fallaría, pero puse todo mi empeño en traer cosas para mejorar la calidad de vida de mis vecinos. Intenté siempre llevar a mi pueblo a una situación de excelencia. Usted sabe perfectamente que pude ser conselleiro, pero preferí seguir en Lalín. No tenía más aspiraciones. Yo no quiero ser presidente de la Xunta como el actual alcalde, ni quería ni quiero. Cuando me pasó esto hice el análisis que dije y al pueblo debo estarle más que agradecido. No puedo quejarme de nada, 25 años de confianza de mis vecinos es un lujo. Fue tanto lo que me dio este pueblo que, porque ahora me de una cura de humildad, es perfectamente normal. Es duro, porque sería hipócrita si dijese lo contrario, pero ahí sigo. Creo que como oposición puedo hacer cosas buenas por Lalín y estoy ahora reciclando mi mente, pues aunque no se note, ya se percibirá. Ya tengo claro que voy a ayudar en las cosas de más trascendencia, porque Lalín es lo más importante. Me gusta la política, me gusta la Xunta, Madrid... pero lo que más es la política local. Para mi es un orgullo que ahora se reconozcan cosas en las que yo trabajé como el pacto local en países como Irlanda. Eso lo concebí y lo parí yo y lo llevé a la práctica con un presidente de la Xunta de otro color político - Emilio Pérez Touriño- y un politólogo irlandés dice ahora que es un ejemplo a nivel europeo de cooperación entre administraciones. ¡Lo ponen, sí a mi proyecto! Cuando miras atrás ves que estas cosas todas fueron posibles gracias a Lalín. Hasta es bueno a nivel personal. Ves cosas que antes no veías, estás obnubilado y no te paras a percibir estas cosas.

-Pudo ser conselleiro con Fraga. ¿Ahora no podría ser su momento para gestionar la cartera de Medio Rural?

-En absoluto. Después lo que pasó en las elecciones de mayo debo reinventarme a mí mismo. Uno no se reinventa marchando de donde pasó algo desagradable para él, sino que se demuestra cogiendo el toro por los cuernos y diciendo aquí estoy yo, llegué hasta aquí por méritos propios y trabajé como un desgraciado porque es lo que sé hacer en mi vida.

-Permítame que insista

-No pasó por mi cabeza -la consellería- porque en este momento creo que tengo que centrarme en Lalín. Tengo que hacer oposición y organizar mi grupo para que un día, lo antes que podamos, volver a gobernar. Mi única obsesión es reinventarme y hacer un equipo fuerte para en el futuro para, conmigo o sin mí, volver a regir este pueblo. Tenía un equipo muy personalista y a mi medida, necesitamos savia nueva y controlar que en este equipo haya homogeneidad y esa es mi labor. Al tener dedicación exclusiva en la Diputación mi situación personal está bien y en eso estoy centrado.

-¿Permancerá estos cuatro años en la oposición?

-(Medita un par de segundos). El futuro político de Pepe Crespo... Lo que pasa en cuatro años quién lo sabe. Un mes antes de las elecciones municipales nadie pensaba que dejaría de ser alcalde de Lalín. El próximo candidato del PP será el que toque, porque no voy a ser tan parvo de querer seguir si el pueblo no quiere. Mi futuro, ahora, está aquí, en trabajar por Lalín desde la oposición y echar una mano en las cosas de comer. Yo no quiero ser una oposición al uso, ahora bien, tampoco me gusta lo que hace el actual alcalde conmigo. Cuiña piensa que le funcionará con Pepe Crespo la técnica de palo y zanahoria y esa política... que no se confunda. A veces parece que me trata muy bien, tenemos una conversación y hasta coincidimos y salgo de allí y parece, como le dije en el último pleno, que pretende funcionar conmigo como el doctor Jekyll y míster Hyde. Hablo con Cuiña de un tema y parece que coincidimos y poco después veo un mensaje en una red social poniéndome a caldo. Tengo 56 años, no soy joven, pero tampoco un carcamal y tengo una experiencia. Soy una persona trabajadora, me siento capaz de tirar del carro donde sea y donde me toque. Cuando tenga reorganizado mi equipo pulsaré el sentir de la ciudadanía y el candidato del PP de Lalín lo decidirá el que diga el partido; conmigo o sin mí.

-¿Quiere decir que el alcalde debería tratarlo mejor?

-Digo que esa política de palo y zanahoria con Pepe Crespo no le va a funcionar, porque hay que ser legales. Claro que cada uno debe defender lo suyo, pero o vamos de cara o si no, pues, no. Sí que una buena relación institucional y personal sería bueno para nosotros dos, pero también para Lalín. Pero Cuiña es muy ecléctico, porque no sabe lo que piensa y eso me preocupa. Cuando una persona dice una cosa y piensa otra es que tiene una máscara y yo de las personas con máscara no me fío. Eso es lo que realmente puede generar problemas entre los dos, porque él me conoce desde hace muchos años y yo a él. Espero que en el tema personal nunca tengamos un problema y en el político lo que no debe es engañarme y si lo hace, no me fío. Sí digo que en las cosas importantes para Lalín puede contar conmigo, pero siempre viniendo de frente, que no piense que soy un chaíñas. Tengo más veteranía que él de aquí a Roma. Yo podría pactar con él temas importantes, pero para eso hay que se generoso. No puedes pedir un favor político a la oposición y por el bien de la gestión y acto seguido dar caña. A Dios gracias en 25 años y toco madera nunca pase por un juzgado por temas de corrupción. Y digo esto porque ver post en redes sociales hablando de ahorros y diciendo a dónde iba antes ese dinero ¿Qué dice con esos mensajes? que alguien se llevó dinero y, eso. me duele. Yo al actual alcalde lo vi crecer y mi relación con Xosé Cuiña fue siempre de absoluta lealtad. Tras lo que pasó, mi relación con la familia Cuiña es de cero grados, ni frío ni calor. Pero quiero dejar clara mi lealtad inquebrantable a Xosé Cuiña, aunque no tengo ninguna hipoteca china con la familia Cuiña. Desde que entré en política, por cada minuto que el alcalde pasó con su padre, yo pasé horas y hay y oigo ciertas insidias que no me gustan y me duelen.

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