"Se encuentra fatal", así de contundente se mostraba ayer José Ramón Sierra, abogado del empresario Abel Diéguez al preguntarle por el estado en que se encuentra su cliente. A poco más de un mes para que comience el proceso "ha sufrido un receso con el inminente inicio del juicio", explicaba Sierra. El letrado justificaba además, que arrastra aún secuelas de su cautiverio que se incrementan al tener que recordarlo para la vista. La propia celebración del juicio, teniendo a sus captaros cerca, provoca en la víctima el desasosiego de los primeros días tras su liberación.

Un año y diez meses después de que se produjese el secuestro, el empresario ha intentado retomar su actividad profesional. Aunque reconoce que el suceso le cambió por completo la vida. El hecho de enfrentarse al recuerdo de aquellos días lo conmociona profundamente. Tal y como explicaba su abogado, ha tenido que permanecer a tratamiento durante los meses siguientes para intentar recuperar su actividad. Explica que acarrea aún importantes secuelas que le obligan a adaptar su rutina laboral. El propio letrado argumenta que tras la relación de todos estos meses, enfrenta el juicio ya no con la perspectiva de "un cliente más, como cuando comenzó el proceso, sino que ahora es un amigo, con la dificultad que ello conlleva para realizar su defensa", apunta Sierra.