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Antonio Castro Dafonte: "Dicen que a todo se acostumbra uno, pero los muertos se quedan grabados para siempre"

"Estamos en la carretera para lo que necesiten los conductores, no solo para vigilar y sancionar"

El agente Castro Dafonte, ayer, en el departamento de Tráfico del acuertelamiento de Lalín. // Bernabé/Luismy

Coincidiendo con la celebración del Pilar, patrona de la Guardia Civil, en el destacamento de Lalín, está previsto que se distinga a cinco profesionales. Entre ellos el único de la sección de Tráfico y a su vez el más veterano de este departamento, es el agente Castro Dafonte.

-Lleva toda unha vida en el destacamento de Lalín, ¿cuándo llegó a la villa?

-Llegué a Lalín en febrero del 86 después de dos años en Pontevedra. Antes había estado en el colegio de guardias jóvenes Duque de Ahumada, en Madrid, desde allí fui destinado a Santander, donde me formé en Tráfico. Luego me mandaron a Burgos. Mi meta era volver A Coruña pero como no era factible vine a Pontevedra. Mi idea era estar en Lalín solo dos años pero ya llevo casi 30 años aquí. En estos años han sido muchas vivencias, con penurias, con los accidentes que vivimos a diario pero también con muy gratos recuerdos de tanta gente que he conocido a lo largo de estos años. Precisamente hace dos años, por iniciativa de mi esposa, nos reunimos aquellos profesionales que habíamos coincidido en Lalín en aquellos primeros años, llegados de todos los puntos, todos jubilados, fue un gran momento.

-¿Cómo fueron precisamente aquellos primeros años en Lalín?

-Yo llego procedente de destacamentos grandes y me encuentro aquí con un cabo y seis guardias en Tráfico. En el puesto eran solo un sargento, un cabo y once guardias. En total éramos apenas 20 guardias cuando hoy, solo en el destacamento, somos 43 y en el resto del puesto suman hasta 115 guardias. El cambio es espectacular y va parejo al cambio que experimentó Lalín en los últimos años.

-¿Cuales han sido las transformaciones más destacadas?

-El cambio en los cuarteles ha sido significativo. El aumento del destacamento de Tráfico se debe, sobre todo, a que tenemos una demarcación de las más amplias en kilómetros para trabajar a diario. Al estar en el centro de Galicia limitamos con todas las provincias. Se ha constatado también que han bajado muchos los accidentes en los últimos años gracias a la vigilancia. La simple presencia contribuye a la prevención.

-¿Ha cambiado el funcionamiento del servicio en estos años?

-Seguimos estando en la carretera para lo que necesiten los conductores. Tenemos una función muy destacada de vigilancia, que no tiene que estar reñida con las sanciones. Y lo más importante, la atención y socorro en los accidentes. Cuando estoy de patrulla, sobre todo en la N-525, hay días que cuando voy circulando cada 50 metros recuerdo un accidente que ocurrió en ese punto. Son escenas que se quedan grabadas.

-¿Algún caso que se le haya quedado especialmente marcado?

-Dicen que uno se acostumbra a todo pero yo nunca me acostumbraré a eso. Los fallecidos se quedan grabados para siempre. Hay casos como el accidente de un niño en la entrada de Silleda, que se escapó detrás de un balón y lo atropelló un camión, que se quedan grabados. O los músicos de Ana Kiro que viajaban en furgoneta y que murieron en el centro de Lalín o unos jóvenes en Loimil que no pudimos salvar del interior del coche. Son tantos... son casos que se quedan muy grabados, muy dentro. [Confiesa con la voz entrecortada].

-¿Cómo se superan esas situaciones?

-Estando tres o cuatro noches sin dormir. Hablando con los compañeros, eso ayuda mucho a llevarlo y superarlo. Con la familia.

- Y a lo largo de estos años, ¿cómo han cambiado las infraestructuras? ¿Arrastran puntos negros las carreteras de las comarcas?

-Recuerdo que cuando llegué a Lalín la mejor carretera de la demarcación del Deza era la N-525 y ahora ha pasado a ser una de las peores debido a las mejoras de otras como la N-640, la N-533 de Chantada, las carreteras de Cruces o el Candán. Hemos pasado de tener solo una buena a que sean todas buenas, incluso con trazados nuevos. Es uno de los cambios más significativos. Estamos en una zona donde la meteorología influye mucho para los puntos negros.

-Supongo que en una villa pequeña como Lalín, donde todo el mundo se conoce, ¿la mala fama de su profesión en cuanto a poner multas le habrá jugado malas pasadas en el día a día?

-Será por mi forma de ser pero para mí no es nada difícil sobrellevar eso. Llevo 30 años trabajando y en Lalín salgo a la calle y hablo con todo el mundo. Nunca he tenido problema por eso, más bien al contrario, me acaparan demasiado. [Confiesa entre risas]. Muchos amigos y muchos conocidos.

-Con la celebración del Pilar, llegará también un reconocimiento a su labor.

-Este año en la compañía de Lalín somos cinco los condecorados. Es un acto simbólico y que siempre hace ilusión. Este acto suele realizarse en Pontevedra, pero me ofrecieron la posibilidad de que sea aquí en Lalín y elegí que fuese aquí rodeado de todos mis compañeros. A lo largo de tantos años se forjan grandes amistades.

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