No hay bolso ni bolsillo que no lleve un móvil. El que todavía se resista a esta telefonía es hoy día un ejemplar en peligro de extinción. Hace años parecería ciencia ficción, pero el grado tan elevado de cotidianidad adquirido por estos terminales los ha vuelto imprescindibles para el común de los mortales. Unas de las "damnificadas" por este avance son las cabinas telefónicas. Es como si estos puntos públicos para la comunicación telefónica se hubiesen vuelto casi transparentes.
Si se pregunta a un estradense dónde hay una cabina, la mayoría de los consultados tiene que hacer un esfuerzo para recordar dónde estaban en un tiempo lejano, primero en los años en que tenían que utilizarlas porque en casa todavía no había teléfono y, después, en los tiempos en los que la necesidad de hacer una llamada los pillaba en la calle. Al evocar su imagen las verán en primera instancia provistas de aquellas míticas puertas que daban más intimidad a la conversación y que luego desaparecerían en favor de un diseño más abierto.
Aunque casi sea preciso hacer una lluvia de ideas, con mayor o menor dificultad, los emplazamientos de las antiguas cabinas de A Estrada van surgiendo. Sin embargo, acto seguido surge la duda de si continúan existiendo. Y es que la falta de uso por parte de buena parte de la ciudadanía hace que la estructura que guarda estos teléfonos públicos se desdibuje en el paisaje urbano, convirtiéndose en una pieza más del mobiliario de la villa, que a diario pasa desapercibida para muchos transeúntes.
La observación directa y las páginas web que ayudan en la localización de las cabinas telefónicas permiten comprobar que A Estrada mantiene las que existían hace décadas. En estos momentos la villa cuenta con ocho cabinas. Cuatro se sitúan a lo largo de la avenida Benito Vigo (dos en el entorno de la Praza da Constitución, otra junto a Protección Civil y otra en la confluencia con la avenida de América) y las cuatro restantes en Praza do Mercado, Calvo Sotelo, Praza da Feira y avenida de Santiago (junto al centro de salud).
A modo de orientación, fuentes vinculadas a Telefónica explicaron ayer que hace un par de años en Galicia existían cerca de 1.600 cabinas telefónicas y que en el año 1999 el número de cabinas tocó su techo en España, llegando a las 65.364. En base a la información sobre la situación actual de las cabinas de este mismo año, se indica que la extensión del uso del móvil ha provocado una caída media interanual sostenida del 32% en el uso de las cabinas durante los últimos tres años. Además, se apunta que en diciembre de 2016 finaliza el decreto de adjudicación del Servicio Universal (SU), si bien todavía se desconoce si habrá otro decreto y con qué contenido, por lo que no necesariamente tendrían que desaparecer las cabinas.
Aunque resulta complicado saber cuál fue la primera cabina de teléfonos colocada en A Estrada, se sabe que el primer teléfono público se instaló en 1928 en el Parque del Retiro de Madrid. En España hay más de 25.800 cabinas. Las ciudades españolas que más cabinas tienen serían Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga, Cádiz, Las Palmas y Tenerife, todas ellas con más de un millar de unidades.
Estos teléfonos situados en la vía pública permiten al usuario varios medios de pago, incluyendo monedas y tarjetas específicas. Aceptan monedas desde cinco céntimos a dos euros. Quienes tengan edad suficiente para recordar con nitidez las comunicaciones previas al imperio de la telefonía móvil recordarán todavía aquel pitido previo que amenazaba con zanjar la conversación cuando el saldo se estaba agotando. No había tiempo para el famoso "cuelga tú" propio de una llamada romántica. Si no había más monedas, la línea se encargaba de resolver el asunto. Los tiempos en los que había que hacer cola ante la cabina o rebuscar en el bolsillo para poder llamar se esfumaron. Ahora la línea de estos teléfonos nunca comunica.
