Los datos sobre siniestralidad laboral que ofrece el Instituto Galego de Seguridade e Saúde Laboral (Issga) también permiten ver hasta qué punto se ha logrado la integración laboral de la mujer. El 30% de esos 240 siniestros laborales que causaron baja, es decir, 73 casos, tuvieron como víctima a una trabajadora, frente a los 167 restantes en los que el damnificado fue un varón.

Esta tremenda diferencia en cuanto a géneros es muy evidente en los municipios de mayor tamaño donde, como dijimos, se concentra el grueso de la actividad empresarial de las dos comarcas. Así, de los 71 accidentes laborales que se produjeron en la capital dezana, Lalín, 58 de ellos ocurrieron a varones y los 14 restantes a mujeres. Idéntica diferencia existe en A Estrada, donde 46 accidentados son hombres y los 16 restantes féminas. En Silleda, la proporción es de 21 a 15, frente a los 11 hombres y 6 mujeres de Vila de Cruces. Los accidentes entre trabajadores del sexo masculino frente a los del femenino también se imponen, aunque con cifras mucho más modestas, en Dozón (9 frente a ninguno), Forcarei (9 y 2) y Rodeiro (9 y 8). Solo los 6 percances laborales de Agolada se dividen a partes iguales entre los dos sexos, y Cerdedo es el único concello donde predomina la siniestralidad femenina, pues de sus 10 incidentes, 9 de ellos le ocurrieron a mujeres.