-Pero además, destaca también su faceta como etnógrafo.

-Bueno, a mi me gusta muchísimo el medio rural. Por mi edad yo pertenezco a la última generación que, como yo suelo decir, fue capaz de vivir en la Edad Media y dar el salto para meterse en esta locura que es mundo actual. Yo recuerdo cuando llegó el primer tractor a la aldea de Maceira, hasta entonces todo se hacía a mano. Se me vienen cantidad de cosas a la cabeza que me gustaría conservar. Siempre quise ser coleccionista de aperos de labranza con historia. No me gustan las herramientas nuevas, quiero aquellas que aún conserven la memoria de haber trabajado en la tierra. Reconozco que me gustan mucho tanto las herramientas propias del campo gallego como de otras zonas de España y del mundo.

-¿Ha comenzado ya esa recopilación de aperos de labranza?

-Si, llevo años ya. Las tabernas están llenas de aperos de labranza. Aunque tengo muchas cosas ya, no tengo sitio para más. Lo que me gustaría, es que si aún llego a tiempo, contar con un espacio donde se puedan preservar en perfectas condiciones.

-¿Plantea quizás un museo o una sala dedicada a este fin?

-Un museo es una palabra muy amplia, se queda muy grande. Abogo más un espacio grande donde puedan estar protegidas para que no se dañen. Lo que estoy viendo es que en los últimos años se está destruyendo por falta de interés. La gente cuando se da cuenta la mayoría de estos utensilios ya están estropeados y decide tirarlos. Es una pena que se pierdan.

-¿Baraja que este espacio se ubique en Lalín?

-Aún es una idea... Lo ideal sería que estuviese en Lalín pero no hay nada al respecto. Lo que si es cierto es que Lalín, como concello rural que es, debería de contar con un espacio así impulsado desde el Concello. Creo que están dejando pasar un tiempo muy valioso porque si no se hace nada ahora cuando se quieran dar cuenta será demasiado tarde.