En la parroquia de Cortegada, concello de Silleda, el establo de Nieves, hace algunas semanas, sumó catorce nuevos huéspedes. De suave pelo amarronado o blanco, estos pequeños mamíferos hicieron un poquito más pequeño el espacio reservado para su madre.
La coneja parió a quince crías de las que finalmente, sobrevivieron catorce, una situación que no suele ser nada habitual. Turnándose durante los primeros días para mamar, los conejos fueron creciendo más y más.
Alejados de jaulas de escaso espacio, se encuentran en una cuadra de grandes dimensiones en la que pueden moverse con gran libertad, haciendo suyo cada rincón. Ahora, que ya son un poco más mayores, Nieves los alimenta siguiendo la dieta que aplica para su madre y los demás conejos de la granja. Pienso, berzas y mucha agua, para refrescarse en los calurosos días pasados, conforman su menú de mañana y noche.
Criados a la forma tradicional del rural, cruzarán sus puntiagudas orejas para que, de vez en cuando, le caiga alguna que otra zanahoria y que la hora de poner rumbo a la cocina quede, todavía, lejos.
