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En el colegio como en casa

Algunos de los centros escolares rurales de las comarcas tienen una ratio de entre 12 y 15 alumnos por aula

Una actividad en el colegio estradense de O Foxo. // Bernabé/Javier Lalín

Mirar por la ventana y calcular cuántos años tendrá el árbol más antiguo del patio o soñarse subiendo a aquella alta montaña -¿cuánto medirá?- para comprobar si desde su cima se divisa el mar. En un colegio situado en un enclave rural es fácil dejar que la imaginación vuele y se lance a la aventura desde un aula rodeada de naturaleza por todos lados. También lo es, no obstante, que el profesor descubra al joven soñador cuando el número de alumnos por docente es considerablemente más bajo.

Hace décadas las antiguas escuelas unitarias abrían sus puertas cada mañana para recibir a los alumnos que llegaban a pie desde los distintos lugares de la parroquia, reuniendo bajo el mismo techo a mayores y pequeños. Algunas de ellas continuaron abiertas años después acogiendo a los escolares de Infantil. Con el cierre de las últimas que quedaban operativas en A Estrada durante los primeros años de la década pasada, hoy día la única unitaria que sigue en funcionamiento en la zona es la de Donramiro, en Lalín.

Las líneas de transporte escolar se encargan hoy día de ir recogiendo a los niños que acuden a los centros educativos de Infantil y Primaria que se construyeron en un entorno rural para reunir a los alumnos que residen en las parroquias más cercanas. Al margen de los colegios emplazados en los principales cascos urbanos de las comarcas, Deza y Tabeirós suman nueve centros rurales. Juntos alcanzaron el curso pasado una matrícula de 672 alumnos, que representó un 15,8% sobre el total de matriculados en los centros escolares de la zona.

Deza reúne cinco colegios emplazados en un entorno rural. Tres de ellos están en el municipio de Lalín -el Xoaquín Loriga de Prado, el Vicente Arias de la Maza de Vilatuxe y el Varela Buxán de Cercio- y dos en el de Vila de Cruces (el Cerdeiriñas de Piloño y el de Merza). En el caso de A Estrada, son cuatro los CEIP emplazados fuera del casco urbano: el Manuel Villar Paramá de Vea, el colegio de Oca, el Cabada Vázquez de Codeseda y el centro de O Foxo.

Aunque en su día estos colegios nacieron para reunir a los muchos alumnos de su entorno, convirtiéndose en el centro de referencia para muchas parroquias de su área de influencia, hoy día la matrícula es sensiblemente más baja. A ello han ayudado la consabida pérdida de población en el rural y el paso de los niños que antes cursaban séptimo y octavo de la EGB a los centros de secundaria, todos ellos emplazados en el casco.

Desde el colegio de O Foxo se ofrece un ejemplo. Este centro llegó a tener hace un cuarto de siglo 500 alumnos. Su matrícula para el curso que arranca el jueves se mantendrá este año en los niveles del curso pasado, durante el que 30 niños de Infantil y 69 de Primaria -99 en total- estudiaron en estas aulas. En un colegio especialmente activo y bien dotado, el espacio no escasea. Si sus instalaciones pudieron acoger hace 25 años a una medida de 35 niños por clase, la ratio actual de 15 alumnos por aula hace que puedan estar más que cómodos.

Como en otros colegios de las comarcas, ello acaba traduciéndose en una atención más individualizada, un aspecto especialmente valorado por muchos de los padres que envían a sus hijos a estos centros rurales.

Mayor atención

En el Cabada Vázquez de Codeseda, por ejemplo, hay cursos en los que solo hay cuatro niños matriculados (es el caso de Infantil de 3 años), si bien en este centro educativo la media se sitúa en los 12 o 13 alumnos por curso. Los seis cursos de Primaria caben en cuatro aulas.

Desde este centro se explica que una ratio de 12 o 13 niños por profesor permite una mayor atención a cada uno de ellos y favoreciendo que algunas clases puedan aprovechar el entorno en el que se asienta el colegio para aprender y disfrutar en contacto con la naturaleza. Es frecuente, por ejemplo, que se programen rutas para ahondar en algunos conocimientos recogidos en los libros de texto o sesiones de educación física que sacan el máximo partido a la fortuna de estar rodeados de naturaleza por todas partes.

En Oca la ratio se sitúa en 15 escolares por docente y, como ocurre en otros colegios de la zona, en algunas clases conviven niños de distintos cursos, aunque parejos (primero con segundo, tercero con cuarto o quinto con sexto, ejemplifican). Esta situación evoca, a grandes rasgos, el espíritu de las unitarias, con los alumnos de los cursos altos ayudando a los de los niveles bajos y, por tanto, con pequeños aprendiendo de los mayores.

En el colegio de Vea, las aulas que más alumnos tienen se mueven entre los 13 y los 15, estando nueve escolares en la clase menos numerosa. Destacan desde el centro el trato directo y personalizado.

La mayor parte de los centros rurales tienen en común servicios como el transporte y el comedor escolar -varios de ellos gestionados por las Anpas- contando también con especialistas en Audición y Lenguaje, Pedagogía Terapéutica u Orientación.

En el caso de A Estrada, el atractivo de estos centros rurales llevó a alumnos residentes en el casco urbano a desplazarse hasta estos colegios para disfrutar de sus ventajas. Hoy día, los padres que se decantan por esta opción tienen que costearse y procurarse el medio de transporte.

Como ocurre en todos los colegios, también los centros rurales tienen en sus instalaciones asignaturas pendientes. Aunque la administración dedica el verano a recuperar estas deficiencias, filtraciones, baños que precisan una renovación o falsos techos que van cediendo son algunas de las materias que requieren esfuerzo.

Buena parte de estos colegios tienen también como común denominador una comunidad educativa implicada. En muchos de ellos funcionan como una gran familia.

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