Un centenar de personas disfrutó ayer de la fiesta anual organizada por la Banda Municipal de A Estrada en las instalaciones de la playa fluvial, propiedad de la Sociedade Deportiva Río Ulla. La gran familia que componen los integrantes de la banda y sus seres queridos compartieron almuerzo y muchos momentos para la complicidad.

La fiesta arrancó a las 13.00 horas. Los asistentes disfrutaron de una opípara comida, cuyo menú constaba de empanada, pulpo y churrasco. Pero lo más importante, según destacó el director de la banda, Javier Comesaña, fue que la fiesta anual les brinda a los integrantes de la formación tiempo para confraternizar y hablar. Subrayó que, en ocasiones, aunque se vean tocando su propia labor les impide hablar. De ahí la importancia de que al menos una vez al año pasen un rato juntos, puedan hablar y pasárselo bien. Y es que esa "vida social" también forma parte del "secreto" de que la banda continúe, tantos años después de su fundación.

"Tiene cantera y generaciones diversas", remarcó Comesaña, convencido de que ello es de vital importancia para "mantener su continuidad". A ella contribuye el hecho de que hasta exmúsicos se sientan vinculados a la gran familia de Banda Municipal da Estrada. Es el caso de uno de sus exintegrantes, de 82 años, que ayer tampoco quiso perderse la fiesta. En esta, además, hasta el director tiene oportunidad de confraternizar con los padres y con los músicos noveles, "de tú a tú".

Tras la comida, los asistentes disfrutaron de una sobremesa que poco después daría paso a toda una tarde de juegos tradicionales. Los asistentes compitieron tirando de la cuerda, saltando con sacos o disputándose un partido de fútbol.Y, como marca la tradición, la playa fluvial volvió a ejercer su embrujo sobre los presentes incitándoles a disfrutar de un chapuzón.