- ¿Cómo cree que será la experiencia en Cabo Verde?

- A medida que se va acercando el momento estoy un poco más nerviosa. Es un mes entero, casi cinco semanas. Imagínate que me agobio? Aunque, en realidad, yo creo que va a ser muy enriquecedora. De hecho, yo voy a aprovechar al máximo y, si tengo la posibilidad, quiero viajar en función del tiempo libre que tenga.

- Y a nivel personal, ¿qué cree que puede aportarle formar parte de este programa?

- Yo siempre fui colaboradora de Médicos Sin Fronteras. Entonces, yo creo que si colaboro con una ONG desde el primer mundo es más cómodo. Pero esto es ponerte ahí en la realidad, convivir con ellos. Seguramente tenga que vivir muchas cosas que nosotros no estamos acostumbrados y por ello creo que cuando vuelva voy a ser diferente... No sé en qué sentido, si para bien o para mal? Pero probablemente como persona me cambie. Por ejemplo, yo viví en Londres y es una ciudad más grande, más multicultural. Ya cambié bastante cuando volví de allí y, de hecho, creo que todo el mundo en algún momento de su vida debería vivir fuera de su país. Entonces, a nivel personal, me va a hacer crecer mucho y a saber valorar más lo que tenemos aquí. Sobre todo yo, que soy un poco consumista, creo que me va a ayudar a valorar cosas que a las que, a lo mejor, no le das mucha importancia. Y es probebale que a partir de ahora sí que comience a dársela.

- Me gustaría que contase como afronta la experiencia, ¿hay algún miedo al que enfrentarse?

- En realidad, si lo pienso, estoy un poco asustada, sobre todo a medida que se va acercando el momento. Y después le tengo mucho miedo a las vacunas y a las enfermedades que pueda contraer allí. De hecho, tengo que vacunarme contra la fiebre amarilla, la hepatitis A? Son cinco o así. A mi familia también es lo que más respeto le da, a pesar de que me apoyan en el proyecto.