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¿Picaresca en la subasta?

Ganaderos y transportistas denuncian que algunos tratantes recurren al aplazamiento del pago hasta el final de la subasta para abaratar el precio por el que se llevan la puja

Compradores de ganado bovino en una puja de la Central Agropecuaria de Galicia. // Bernabé/Gutier

Un animal adjudicado durante la subasta puede llegar a venderse, al finalizar la misma, por una cuantía muy inferior a la que salió en la puja. Es lo que sucede con las reses cuyo pago queda "pendiente hasta fin de subasta", según denuncian ganaderos y transportistas que acuden a la Central Agropecuaria de Galicia, en Silleda. "Pedimos a la Semana Verde que tome medidas para terminar con esta picaresca", demanda un ganadero de Forcarei, que sostiene que esta práctica es muy frecuente y que ocasiona graves perjuicios a los vendedores.

Uno de los objetivos del sistema informatizado de subasta implantado en Silleda es optimizar los precios que reciben los ganaderos por sus reses. Sin embargo, no siempre acontece así. Es cuando el mejor postor se reserva el derecho de aplazar el pago hasta el final. En estos casos, la mesa que dirige la puja anuncia que queda "pendiente de pago hasta fin de subasta". Esto obliga al vendedor y/o al transportista a aguardar hasta el final de las pujas. Entonces el comprador pide examinar de nuevo el animal -por lo regular, sucede con terneros de recría- y entabla una especie de "negociación" con el vendedor, en el que el primero tiene la ventaja de poder rebajar el precio que él mismo había dado a la res en cuestión durante la puja libre. "Siempre que pasa esto, te ofrece un precio mucho menor del que salió en la subasta, incluso llegan a bajarlo a la mitad", relata Antonio Doval, responsable de una explotación en Forcarei. Él y otros ganaderos denuncian "indefensión" ante una práctica que consideran "abusiva". No entienden que se conceda tal prerrogativa a los compradores: "Son libres de pujar o no por un ternero, pero, una vez que lo hacen, no deberían poder echarse atrás", subrayan.

Desde la Central explican que este es un procedimiento contemplado en la normativa de la subasta para evitar conflictos respecto a animales enfermos o con taras, ya que el comprador puede no percibirlas o tener dudas tras fijar el precio -la disposición de las reses dificulta a menudo su visión integral- o ser informado a posteriori, habitualmente por otro tratante. En estos casos, el coordinador de la subasta convoca al comprador y al vendedor para intentar que lleguen a un acuerdo. Si el tratante afirma que la res tiene un defecto y el ganadero no lo admite, se les brinda la posibilidad de convocar a un veterinario clínico: Si su diagnóstico corrobora que no existe tal tara, el comprador está obligado a hacerse cargo del animal por el precio que ofreció en la puja; en caso contrario, se les da la opción a los cuatro mejores postores de volver a pujar, ya sabiendo del problema que tiene la res.

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