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Enemigo a las puertas de Lalingrado

El campo de 'airsoft' de Lalín celebra su puesta de largo con una batalla de 70 participantes y prepara más combates para el verano

Si uno contempla desde el aire las 10 hectáreas que ocupa el campo de airsoft de Lalingrado, en Albarellos, resulta que se parece al mapa de España, pero invertido. Y aquí se acaban las similitudes, porque una vez que se entra en el campo de batalla, uno se ve inmerso en un escenario de la II Guerra Mundial y en los enfrentamientos entre los alemanes y los ejércitos aliados. No solo por los uniformes y las armas -fusiles AK-47 y M-14- sino también por señales indicadoras en alemán, carteles alertando de la presencia de minas y una réplica en madera de las bombas volantes V1, las mismas que arrojó el ejército nazi sobre Londres en 1943.

Precisamente, esta réplica y la del cañón antiaéreo FLAK de 88 milímetros eran los objetivos a defender por los equipos. Los 70 participantes en el combate se dividieron en dos grupos: Lalingrado y VRC (Vecinos Revoltosos). El brazalete rojo o azul los identificaba. Unos tenían que colocar la bomba y darle corriente, además de localizar cuatro códigos, de los que tres eran falsos. Otros, además de neutralizar la bomba o de, en jerga militar, "destruir el pájaro en el nido" debían defender el cañón antiaéreo e, igualmente conseguir otros tantos códigos. Todo ello al mando del respectivo comandante y respetando las reglas de que, si te disparan -con bolas de PVC- has de volver al campamento base y recargar antes de volver a la batalla.

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La partida duró en torno a siete horas, aunque algunas, como explica el responsable de Lalingrado, Juan Manuel Rodríguez, pueden extenderse dos o tres días. Este deporte de estrategia es tan realista que, de cara al verano, Lalingrado acogerá simulacros de batallas con bolas trazadoras (para jugar por la noche) y en un espacio en el que se recrearán enfrentamientos bélicos en situaciones apocalípticas, como la de Chernobil. Así que en el atrezzo de los jugadores no van a faltar las máscaras de gas. La idea es de la asociación de Boiro Stalker. Pero es que el colectivo madrileño Marlene Dietrich también ha puesto sus ojos en el campo lalinense.

Y no es para menos. Terrenos escarpados, barreras antitanque en la línea Sigfrido (lleva el nombre de la línea de defensa entre Alemania con Francia y los Países Bajos), carteles, en alemán, trincheras, búnkers y hasta una tienda de campaña original de los años 40. Igual que el Land Rover que restauró el propio Juan Rodríguez y que traslada a los participantes al campo de batalla y a la historia reciente. Lalingrado ya dispone de medio centenar de uniformes para alquilar, así como de armas. Y, como sorpresa, pronto habrá un tanque de guerra.

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