El fraile franciscano Frei Felipe de la Peña construyó en 1793 el órgano realejo del santuario de Nosa Señora dos Desamparados, en la parroquia silledense de Abades. Más de dos siglos después, este elemento mantiene prácticamente intactas tanto la policromía y la decoración como la tubería y el mecanismo de fuelles con el que se da aire al instrumento. Por eso y porque es uno de los escasísimos ejemplos de organinos de iglesias rurales, el de Abades protagoniza un estudio que publicará la revista ADRA, la publicación del Museo do Pobo Galego.

Los autores de este informe son Andrés Díaz Pazos y Belén Bermejo López. Él está doctorado en Ciencias Físicas por la USC y es profesor de Música en el colegio Camiño de Santiago, en el concello de O Pino. Ella, además de dirigir la empresa de gestión cultural Sirgo Torcendo, está doctorada en Derecho y se especializó en la protección del patrimonio histórico. Los dos expertos forman parte del equipo de catalogación de los órganos de Galicia, un grupo que se constituyó en el año 2008 por encargo de la Xunta.

El número de ADRA en el que sale el órgano de Abades se presentará en el propio santuario. Por de pronto, los autores de la reseña se reunieron con el alcalde, Manuel Cuíña, con vistas a maximizar todo el potencial que tiene este órgano como un reclamo turístico más del municipio. De hecho, ya protagonizó algunos eventos como la ruta del Baixo Deza (que comienza precisamente en Abades) o el concierto del Coro Ultreia, dentro del festival Espazos Sonoros, el pasado mes de septiembre. Respeto a la posibilidad de acondicionar esta joya musical, el regidor adelanta que desde el gobierno trasdezano "trataremos de conseguir los fondos necesarios para la recuperación de este órgano, que se suma al valioso patrimonio cultural que tenemos en el municipio".

Cuíña pudo conocer de primera mano todas las características que convierten al órgano de Abades en casi único de su categoría. Se denomina órgano realejo porque su tamaño es inferior al de un órgano y, como tal, podía transportarse para las procesiones de Corpus Christi. Los autores recalcan que lo habitual es que estos órganos estén en los monasterios, no en las iglesias del rural, con lo que a buen seguro que en Abades "no se escatimaron esfuerzos en cuanto a la ornamentación". Es más, apuntan que en la parroquia la música tendría mucha importancia, ya que hubo un organista asalariado y se pagaba a los cantores para aquellas celebraciones eucarísticas más importantes.

El organino de Abades también destaca por su factura, ya que su constructor -residente en el monasterio de San Francisco de Santiago- también fue el responsable del órgano del monasterio de Celanova o del de la Colegiata de Pravia, en Asturias. Frei Felipe de la Peña descendía de una saga de organeros y, con el de Abades, contribuyó a realzar aún más los encantos turísticos de Trasdeza. Los autores del estudio de ADRA están convencidos de que su puesta en valor incidirá en la organización de más actos culturales y didácticos.