Conocida como "la voz del exilio gallego", Mariví Villaverde no podrá estar mañana en el Centro Cultural Vista Alegre de A Bandeira para asistir a la conmemoración del primer centenario del nacimiento de su marido, Ramón de Valenzuela. La viuda del insigne galleguista ha delegado en su hijo José Ramón, que estará acompañado en la cita por Xosé Manuel Maceira y Xoán Carlos Garrido, además de Matías Rodríguez da Torre, quien ejercerá de moderador en la mesa redonda que dará comienzo a las 20.30 horas y que se completará con una proyección sobre el homenajeado y la lectura de un fragmento de su obra a cargo de la actriz silledense Cristina Collazo.

-¿Le hubiera gustado estar presente en el homenaje organizado en recuerdo de su marido?

-Lo cierto es que me avisaron de A Bandeira por si podría ir porque querían hacer un acto en su recuerdo pero es que no me encuentro en condiciones para hacer el viaje de ida y vuelta desde Madrid hasta Galicia. Este verano sí pude estar allí pero no estoy en condiciones de viajar ahora. Lo lamento mucho porque yo agradezco mucho estos actos. Cuesta trabajo recuperarse cuando estás solo, como es mi caso sin él.

-¿Considera necesario este tipo de eventos donde, además de hablar sobre su figura, se puedan recordar sus escritos?

-Sin duda son necesarios porque Ramón ha hecho mucho por Galicia y parece que la gente se olvida demasiado fácilmente de hombres así. Es importante que se le recuerde por todo lo que hizo. Recuerdo que durante mi infancia, en la República, era una época en la que se vivía con ilusión y con la esperanza de que las cosas fueran distintas, sobre todo, en mi entorno personal porque siempre estuve rodeada de gente involucrada en política. Por eso digo que hoy es importante recordar a personas como Ramón y su trabajo. Ya digo que cualquier acto que se haga en ese sentido es bienvenido, en especial para los que hemos perdido tanto con su marcha.

-¿Cómo fue ser la esposa de una personaje de la importancia histórica como Ramón de Valenzuela?

-Fue muy sencillo ser su esposa porque él tenía un carácter excepcional. Era una persona muy cálida y, además, todo lo que hacía por Galicia siempre le parecía poco. Durante los tres años que viví exiliada en Francia fue cuando nos conocimos. Sin embargo, estuvo cinco años en prisión por su oposición al franquismo y, desgraciadamente, estuvimos separados contra nuestra voluntad. Cuatro años después de nuestro reencuentro, ya casados, decidimos nos fuimos a Argentina porque no estaba de acuerdo con la vida que me ofrecía mi país, donde todavía faltaba mucha libertad a todos los niveles.

-¿Qué significó para usted Ramón de Valenzuela?

-Para mi ha sido una figura importantísima durante toda el tiempo que pudimos estar juntos. Lo fue todo como enseñante, como galleguista y, en definitiva, como todo lo que debe ser un marido. Como te decía antes, es complicado recuperarse cuando pierdes a una figura tan importante como él.

-¿Cómo recuerda su regreso a España después de sendos exilios en la capital argentina?

-Recuerdo que tuvimos la suerte de conocer a gente como el pintor Luis Seoane o al escritor Arturo Cuadrado, con el que tuve el honor de dirigir el periódico Galicia. Lo cierto es que fueron unos años muy creativos porque, además, todas las muestras de los representantes de la cultura gallega en el exterior que había entonces sirvieron para poder mantener viva la memoria y defender ideales como la libertad, tan necesaria siempre. Entonces había que medir lo que se decía y sabiendo qué límites no se podían sobrepasar. Cuando llegamos a Madrid pocas cosas habían cambiado pero lo suficiente para iniciar una nueva vida. Además, no quería que mis hijos se criaran tanto tiempo fuera de España.