Juan Ramón Ulloa Pimentel nace en el histórico Pazo de Filgueiroa, casa solariega de los Ulloa, en la parroquia lalinense de Santa María de Donramiro. Fue hijo legítimo de Joaquín Ulloa y Rodríguez y de Juana Pimentel de Rúa, y perteneció al estado noble. Se casó dos veces, la primera con María Josefa Estévez y la segunda con Manuela Madriñán Casares, natural de Goiás. Del primer matrimonio tuvo un hijo, Faustino Ulloa Estévez, y del segundo una hija, Antonia Camila Ulloa Madriñán, que se casó con Domingo Aller Rodríguez, los padres de Ramón María Aller Ulloa. Por lo tanto Juan Ramón Ulloa Pimentel fue el abuelo materno de don Ramón Aller.

Después de realizar los estudios primarios y secundarios, estudió en la Universidad de Santiago de Compostela un año de Lógica, otro de Filosofía Moral, otro de Derecho Natural, otro de Historia y Elementos del Derecho Español, otro denominado Cuarto de Leyes, otro de Digesto Romano Hispano, Religión y Oratoria, con otros dos de Recopilación y Práctica Forense, cuyos cursos ganó y aprobó, dando singulares pruebas de su talento y aplicación. En la Facultad de Leyes de la citada universidad tuvo un Acto de Conclusiones, que sostuvo con aceptación, y como consecuencia de ello, el 17 de Mayo de 1824 recibió, estando el claustro lleno de profesores, el grado de Bachiller, que le fue aprobado nemine discrepante.

Tras dos años de pasantía en la Práctica Forense, en 1830 se le facultó como abogado de la Audiencia de Galicia. Desde esta época permaneció en su pueblo de Lalín, defendiendo especialmente a los pobres, huérfanos y viudas. Era quien llevaba el peso en la parte fiscal de todas las causas criminales que se seguían en la Jurisdicción de Deza y limítrofes, y en concepto de asesor decidía los pleitos y expedientes que le pasan, con acreditada justicia y mucha igualdad en los derechos, por lo que mereció la confianza y aceptación general, sin que haya sido suspendido, multado, apercibido, ni corregido. Al contrario, se hace acreedor a las gracias y al aprecio de las autoridades.

Fue muy celoso del mejor servicio de Su Majestad, y en todas las épocas acreditó su lealtad y amor a los soberanos, Fernando VII e Isabel II, observando la más arreglada conducta moral y política, sin que en la última época constitucional perteneciese a la Milicia Nacional y mucho menos a alguna de las sociedades clandestinas reprobadas por las leyes, que siempre miró con aborrecimiento, como a todo lo que fuese despreciativo de las imprescriptibles regalías del Trono.

Por Real Orden de 11 de Mayo de 1845, fue nombrado administrador de Rentas Estancadas de Lalín, cargo del que tomó posesión el 17 de Junio del mismo año, sirviendo cinco años, nueve meses y trece días. Este cargo existía desde 1740 para controlar el monopolio del tabaco, que se expendía en los estanquillos de los pueblos que tenían que surtirse en la administración.

La Reina, Isabel II le nombró Alcalde de Lalín para el bienio 1866-1868. La corporación municipal estaba formada por los tenientes de alcalde Marcelino Varela y Varela, Juan Vidal y Lores y Pedro Brandido Fernández. Los concejales eran Ramón María Villar y Ulloa; José González Valiñas; Miguel Rodríguez Pájaro; José Riádigos Blanco; Francisco Lajosa Diéguez; José Blanco Porto; Francisco Diéguez Nogueira; Benito Montoto Calvo; Ramón Teijeiro González; Nicolás Quinteiro Castro; Ángel Velón Taboada; Ramón Louzao Taboada; José Tallón Villanueva; Antonio Rodríguez Porto y José Fondevila Lamas. En estas fechas era diputado a Cortes por Lalín Ramón María Villar y Ulloa, candidato moderado-histórico.

Durante el mandato de Ulloa Pimentel, las actuaciones más destacadas fueron la aprobación del presupuesto municipal para el ejercicio de 1867, por 12.711 escudos (127.111 reales de vellón). El Ayuntamiento prestó especial atención al acondicionamiento de los caminos vecinales que unían los lugares del término, ejecutándose por medio de prestación personal. Se construyó el camino provincial de Lalín a Carballiño que fue subvencionado por la Diputación Provincial de Pontevedra, con 24.000 escudos (240.000 reales).

Tres notarios para el distrito

Según un Real Decreto de 28 de octubre de 1866 se verificó una modificación de Distritos Notariales, correspondiendo al Ayuntamiento de Lalín un solo notario, en vista de lo cual la corporación envió a su Majestad la Reina una "respetuosa solicitud" pidiendo que para el distrito de Lalín se estableciesen tres funcionarios de esta clase. El Ayuntamiento tramitó un expediente justificativo para la supresión de la escuela completa de Sello, por no ser centro de población que requiriese el establecimiento de estas clases y al mismo tiempo "para librar a los fondos públicos de carga tan pesada que no retribuye beneficio".

En aquellos años, ya existía la preocupación por el fomento de la riqueza ganadera bovina y ante la decadencia progresiva de ésta, que se consideraba ya entonces como "que es el mejor elemento del distrito al que había que estimular enérgicamente, lo cual solo podía hacerse por el Ayuntamiento en virtud de los fondos colectivos". El municipio acordó la adquisición de tres sementales que se "colocarían convenientemente en varios puntos del país". También y para fomento del ganado vacuno se acordó celebrar un concurso o exposición, en el que se establecieron los siguientes premios: un primer premio de 100 reales para el mejor ternero que se criase en el municipio y otros 100 reales para la mejor ternera (ambos de dos a tres años); un segundo premio de 80 reales cada uno para los siguientes y unos terceros premios de 40 reales cada uno para los que siguen a los anteriores.