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ficha personal

"Lo que me ha gustado siempre de estar en Europa es la libertad y el respeto que hay"

"La gente entiende mal lo del velo; se trata de un símbolo religioso que tú te pones de manera voluntaria"

La profesora marroquí Fátima Charchour reside en Silleda desde hace ocho años. // Bernabé/Gutier

-¿Le gustaría dedicarse a la enseñanza en Silleda de una manera más continuada?

-Desde luego. Además, pude aprovechar muchos cursos que hice. También hago pintura y, como sucedió como cuando me apunté a los cursos de español cuando llegué, me gustaría poder aportar.

-¿Vuelve a menudo a su tierra natal, en Agadir?

-Solemos ir todos los años pero éste no porque, como estoy a punto de dar a luz, nos quedamos. Nos gusta ir porque allí dejamos a toda nuestra familia y amigos. Allí están mejorando con respecto a otras épocas, aunque falta mucho para llegar a niveles europeos.

-¿Procura entablar contacto con sus compatriotas desde que se trasladó a vivir a Silleda?

-Algo sí, aunque hay siempre diferencias en cuanto a pensamiento, a pesar de ser todos musulmanes. Me llevo mucho mejor con los vecinos de Silleda que con mis compatriotas, algo que suele ser muy normal entre los musulmanes por aquí. Tengo que reconocer que tanto a mi familia como a mi nos acogieron muy bien.

-Su hija debe de ser la más integrada de todos por razones obvias, ¿no?

-Sin duda. Incluso no quiere hablar en árabe y nos dice que por qué tenemos que hablarlo si su amiga no sabe lo que significa tal o cual palabra. Tanto su padre como yo le solemos hablar tanto en castellano como en árabe y un poquito de francés. Lo bueno es que está en una edad en la que todo lo capta, y entiende árabe perfectamente sin darse cuenta, claro. Lo único malo que le veo a todo esto es que aquí perdemos el 50% de nuestra cultura, del idioma y de la religión, y eso es mucho para los musulmanes, pero estamos aquí porque queremos, por supuesto.

Su avanzado estado de gestación -tendrá otra niña el mes que viene- le ha apartado temporalmente de sus clases de árabe y, también, de cocina en Silleda, pero la marroquí Fátima Charchour está deseando regresar a ejercer la docencia tanto entre sus compatriotas afincados en Trasdeza como con los vecinos que deseen aprender una lengua que cada vez cuenta con más adeptos en la zona. Habla para FARO DE VIGO de manera relajada sin perder de vista a su hija Laila, que juega en un columpio cercano, y de manera pausada demostrando un perfecto conociendo de la lengua española.

-¿Cómo han sido estos ocho años que lleva residiendo en Silleda tras emigrar desde Agadir?

-Durante los primeros años me costó mucho adaptarme a la nueva vida, sobre todo, porque no entendía bien el idioma, pero en los últimos años me encuentro mucho mejor. Si te digo la verdad, ahora me siento más integrada por mi trabajo como voluntaria dando clases de árabe y ayudar a mis compatriotas analfabetos. También doy clases de cocina tres meses al año, que me gusta mucho.

-De todo ello, ¿qué es lo que más le gusta hacer?

-La cocina me gusta mucho, ya desde muy pequeña. Me gusta dar clases porque es mi profesión y porque tengo mucha vocación. Estoy en una cultura y con un idioma diferentes y quería aportar un poquito de mi grano de arena. En mis clases de árabe son mayoría los españoles, pero también cuento con paisanos míos con ganas de aprender, algo que me motiva mucho.

-¿Por qué interesa tanto ahora aprender la lengua árabe?

-Yo creo que es porque es distinto a todo lo que conocen, empezando porque se escribe de derecha a izquierda, que es algo que les llama mucho la atención cuando empiezan con las clases. También tengo alumnos que lo necesitan por motivos de trabajo o porque tienen pensado irse de vacaciones a un país árabe y que no les pase como a mi cuando llegué aquí, que tardé un tiempo en poder asimilar el nuevo idioma.

-Sin embargo, a usted se le entiende perfectamente en español y lo habla, también, de forma correcta. ¿Qué tal con el gallego?

-El gallego me cuesta mucho, no consigo entender el acento y, además, gritan, y la verdad es que me pierdo bastante. Digamos que estoy al 40% de gallego a estas alturas. En eso, mi marido lo lleva mejor porque habla gallego y castellano, por el trabajo, claro. Y nuestra niña habla perfectamente el castellano, aunque en casa procuramos hablarle de vez en cuando en árabe para que no lo pierda.

-¿Le ha costado integrarse en su nueva vida, en Silleda?

-La verdad, en Galicia se notan mucho más las diferencias que en otras partes. Cuando te integras con la gente hay que olvidarse de todo eso. Yo, por ejemplo, uso el velo porque quiero, como respeto otras religiones. La gente no entiende bien lo del velo. Se trata de un símbolo religioso. Seas más o menos religiosa, hay una serie de reglas que tienes que cumplir, y el velo es una de ellas. Y eso que tardé en convencerme, porque cuando estudiaba en Marruecos en un ambiente afrancesado y no me lo ponía. Ahora hace unos quince años que me decidía a ponérmelo. A mi hija se lo explico todo porque está en edad de preguntar, algo normal.

-¿Qué es lo que más aprecia de las costumbres que ha conocido desde que llegó a Silleda?

-Lo que me ha gustado siempre de estar en Europa es la libertad. Tengo que reconocer que en nuestros países de origen todavía estamos luchando por conseguir niveles similares, pero todavía falta mucho por hacer. Yo, aquí, me siento mucho más libre que en esos países y, también, noto más respeto. Me encanta conocer culturas nuevas y aprender de ellas; en eso me considero una mujer árabe más abierta que, a lo mejor, otras procedentes de esos países que te hablo.

-¿Cómo hacen para poder cumplir con su religión?

-Si no hay mezquita, tenemos que hacerlo en casa. En Lalín sé que hicieron una especie de centro cultural y ahí van los hombres, que en el islam están obligados a ir a la mezquita. Las mujeres, sin embargo, sólo van si pueden.

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