Poco a poco, quizá con menos celeridad de la deseada, pero los mercados sabatinos de Lalín comienzan a asentarse como una feria tradicional de venta de excedentes del campo y de artesanía. El empujón que necesitan algunos agricultores para animarse a comercializar sus excedentes, de mucha calidad dentro de un mercado de compras rápidas en áreas comerciales, también lo precisan algunos ciudadanos que no acaban de valorar estos mercados.

Un año después de su implantación -tanto los sabatinos como los estacionales- estas ferias complementarias a las de los días 3 y 18 y más pensadas para alimentación y artesanía desean afianzarse entre una clientela que busca alimentos de calidad y, básicamente, de temporada. La de ayer estuvo claramente condicionada por la climatología adversa que hubo durante prácticamente toda la mañana. En una visita a los puestos instalados en el entorno de Praza da Torre, la concejala de Comercio, María José Batán, comentó que a primera hora de la mañana al menos 7 u 8 comerciantes de Santiago habían comunicado que no acudirían al mercado. El técnico municipal Pepe Iglesias señaló que por ello se había descartado habilitar otra zona del parque de la estatua de Loriga para más puestos. La tarde presentó una mejor cara, pues al menos no llovió, y animó más a los vecinos a acercarse a la feria, donde se podían comprar una amplia variedad de hortalizas de temporada, enseres de artesanía, licores, postres o productos cárnicos.

Por la mañana se sortearon cestas de alimentos, que se llevaron Pilar Otero, Manuel Aguiar y Aurita Senra, todos de Lalín, Ya por la tarde estaba previsto sortear, también con rifas por compras en los puestos, cestas con útiles de artesanía.

El grupo de gaitas Os Xuncos fue el encargado de amenizar la fiesta, que contó con actividades y talleres infantiles que, por el mal tiempo, fueron trasladados de Praza da Torre a unas galerías de la rúa Colón.