En los últimos tiempos ya no se sabe cuántas veces se han verificado asaltos al uno de los bloques del antiguo colegio Manuel Rivero de Lalín. El vetusto inmueble, que sobre todo los fines de semana presenta en su patio interior escenas propias de un multitudinario botellón con cristales de vasos y botellas rotos, resiste a duras penas el paso del tiempo. Tanto el edificio del antiguo centro educativo como las viejas casas de profesores e incluso la construcción que tenía en sus bajos la antigua biblioteca, transportan en el tiempo al visitante a una zona devastada o al menos poco atendida.

El acceso al viejo Rivero es sencillo y prueba de ello son, además de los kilos de cristales que se sacan cada fin de semana, los grafitos que lucen en las fachadas de varias alturas de la construcción. Ventanas rotas, improvisadas puertas de seguridad destrozadas son otros de los atractivos visuales de este céntrico espacio urbano. Dos de las antiguas aulas del centro son empleadas desde hace tiempo por la compañía de títeres Viravolta. En una se guardan los valiosos fondos del Museo Galego do Títere, que tras un acuerdo con el Concello se llevarán al Pazo de Liñares, y otro departamento es empleado como almacén. Responsables de la compañía aseguran que verificaron en hasta "siete o ocho veces" como personas, a las que no fueron capaces de identificar, entraron en el interior del colegio. Las pruebas son las puertas forzadas, pero nada más. Ni restos de botellón ni otras pistas sobre estos okupas ocasionales cuyos motivos para asaltar este inmueble público son desconocidos. A modo de anécdota, Anxo García Fernández -miembro de Viravolta- comenta que solo en una ocasión echaron en falta unos cuadros de ínfimo valor que la compañía empleaba para sus montajes. También apareció una escalera en el interior del patio con la que estas personas podrían haber accedido tanto a este edificio como al pabellón anexo, empleado en ocasiones para almacenar alimentos no perecederos para familias sin recursos. Por el momento no se ha podido resolver esta curiosa y enigmática actitud de los asaltantes que no dejan rastro.