Natural y vecina de Vila de Cruces, María Blanco, lleva cuatro años colaborando con el Desván del Concello de Lalín.

-¿Qué fue lo que le animó a echar una mano en el Desván municipal lalinense?

-Yo soy de Fontao, en Vila de Cruces, y como no trabajo ni nada, cuando me lo comentaron me gustó mucho la idea. Llevó con ellos ya unos cuatro años y estoy encantada porque siempre me gustó mucho ayudar a los demás, sobre todo si tienen necesidades.

-¿Hay que estar hecha de una pasta especial para llevar a cabo una labor como la que realizan en el Desván?

-Lo importante es tener ganas de echar una mano a la gente que más lo necesita, y el Desván es una manera estupenda de poder ayudarles con sus necesidades. Para mi, como para el resto de personas que estamos en el Desván, es algo muy gratificante.

-¿Cree que será posible algún día terminar con la pobreza y, por lo tanto, con este tipo de iniciativas solidarias?

-Ojalá se pudiera acabar con la pobreza de una vez por todas pero cada vez hay más. A me dan mucha pena algunos casos como los que te encuentras aquí. Por ejemplo, cuando personas mayores, que apenas se pueden valer por sí mismas o cuando se trata de familias con niños muy pequeños, que ves que les resulta prácticamente imposible poder salir adelante si la ayuda de los demás.