La tradición de las "pulpeiras de Rellas", como se las conocía -aunque luego se trasladaron a la vecina parroquia de Chapa- se despidió, de algún modo, el pasado 27 de marzo con la muerte Esperanza López Lourido, a los 94 años. Trabajó hasta los 65, yendo por los mercados de la zona y, ya retirada, tras más de medio siglo de vida laboral, aún tenía el ansia de preguntar "qué tal había ido la feria ese día" cuando su hijo Estanislao Costoyas (Tanis), su relevo, volvía de la faena. En la Taberna Tanis, situada en Chapa, al pie de la Nacional 525, su descendiente recuerda la enorme vocación de su madre.

"Eran trece hermanos e iban todos con el pulpo" a las ferias, apunta Tanis, la cuarta generación. "Antes era todo mucho más difícil. Empezaban temprano y acababan muy tarde" de servir en las ferias. "Me acuerdo que en la Ascensión -en Santiago- me pusieron al pie de un roble, con mi otro hermano, para que durmiésemos", mientras su madre y su padre, Luis Costoyas Porto, acababan de recoger. Servir el pulpo en las ferias era antaño casi una odisea. "Lo traían en el Celta -una empresa de transportes de autobús- desde Santa Uxía de Ribeira hasta Santiago, y de allí, en el Castromil hasta Silleda".

Obtenida la materia prima, "siempre fresca", los moluscos "se mazaban en las cunetas de las carreteras; se ponía un saco por debajo y listo". Así preparaban los ejemplares, que entonces no se ofrecían por ración. "Antes se vendía mucho la pieza entera, regateaban". Una vez acordado el precio, se cortaba para servir. Costoyas recuerda que los pulpos se cocían en calderos de cobre, que transportaban, junto con las mesas, los platos, la comida e incluso la leña, también en autobús. Entre las peculiaridades, apunta también que "antiguamente se ponían a secar las piezas en unos alambres" de un cobertizo de la casa, y las que se estropeaban por tardanza en el consumo "las tiraba en la cuadra".

Eran otros tiempos, que Tanis recuerda con cariño, pese a lo "sacrificado" de la profesión, que se remonta a sus bisabuelos, procedentes de Arcos, en el municipio ourensano de O Carballiño. "Mi abuelo andaba con una mula y se dedicaba a comprar trigo -rememora-, la abuela iba a las ferias" con el pulpo. Hoy él sigue la tradición. También continúa sirviendo en los mercados de la zona y atiende, los fines de semana, la pulpería que abrió hace 31 años en Chapa.