Este fin de semana tiene lugar una de las citas señaladas para los amantes del deporte ecuestre en la comarca, la Ruta de Zobra que organiza el colectivo Cabaleiros do Deza. Esperanza González Novoa preside la agrupación desde hace casi tres años y es una de las pocas mujeres que están al frente de este tipo de sociedades en Galicia. De vocación equina tardía -se inició con más de 20 años- mantiene viva la llama de su difunto marido, uno de los fundadores de Cabaleiros do Deza. A pesar de una reciente dolencia, Esperanza González no quiere perderse la Ruta de Zobra junto a su inseparable caballo "Trujillo" y el resto de amigos.

-¿No se siente extraña presidiendo un colectivo tan masculino como este?

-Para nada. Y no pienso que sea tan extraño, creo que hay alguna más como yo por ahí. Lo que si noto es que por ser mujer me quieren sobar más, pero en el buen sentido de la palabra. De todas formas, es una minoría porque, en general, me siento muy arropada por mis compañeros porque somos una familia. De siempre me sentí así porque cuando empezaba en este mundillo éramos muy pocas mujeres y nos tenían muy mimadas.

-¿De dónde le viene su gusto por el mundo del caballo?

-A mi no me viene de herencia. Yo lo adopté porque cuando me casé mi marido fue uno de los fundadores de Cabaleiros do Deza y de esto que vas, vas, vas y terminas enganchándote.

-¿Por qué es tan atractivo todo lo que rodea a los caballos?

-Será como todo, como el baloncesto o como el fútbol. Somos una gran familia porque pasamos mucho tiempo juntos. Lo mismo pasa con el caballo porque tú convives con él. El caballo es un animal muy noble y llegas a tener con él un grado muy alto de compenetración. El caballo no habla pero se expresa, y tú lo llegas a entender perfectamente. Cuando hace una pequeña brusquedad sabes si fue un plástico, si es otro bicho, si le olió mal, etcétera. En eso son iguales tanto los caballos como las yeguas. Hablo por mi propia experiencia porque tuve una yegua durante doce años y la de kilómetros que hicimos juntos son incalculables porque eran todos los domingos, algún fin de semana sábado y domingo, 30 kilómetros diarios y son muchas horas en el que ataba las riendas a la silla, manos en los bolsillos, y notaba siempre lo que ella necesitaba en cada momento.

-¿Sigue siendo un deporte para bolsillos privilegiados?

-No tanto. En realidad, cuando vives en una zona rural no es caro. Al final es como todo, si tu quieres unas riendas de las que se llevan ahora por la moda del momento pues te cuestan una pasta, claro. Cuando unas buenas riendas, si las cuidas, te pueden durar más de diez años. Eso sí, hay que tener hierba seca, pienso y verde para alimentar al caballo. Si lo tienes fuera, en el campo, ellos están muy a gusto y allí gastas muy poco porque ya se encargan ellos de comer. Sin embargo, si lo tienes en una cuadra te sale más caro.

-¿Cuándo aprendió a montar a caballo?

-Debía de tener poco más de 20 años cuando empecé. A mi me gusta montar al estilo tradicional y al de amazona porque pienso que es más difícil. Lo de montar al estilo amazona por aquí cayó en desuso, aunque me dijeron que antiguamente por aquí era más habitual.

-¿Cuál es el estado de salud actual de Cabaleiros do Deza?

-Yo creo que genial si tenemos en cuenta el momento tan complicado que estamos viviendo. Porque hoy no es fácil tener un caballo, herrar, ir a las rutas que organizamos como esta de Zobra y pagar la cuota correspondiente de la asociación. Yo creo que hay que ser un poco conformistas con el número de socios que tenemos y, desde luego, la trayectoria que tenemos después de tantos años creo que es importantísima. Ahora somos unos 110 socios en Cabaleiros do Deza y siempre estamos en torno a 110, 120 o 130 integrantes con cada vez más gente joven.