En abril de 1917, el doctor santiagués D. Luis Gigirey, dio una conferencia en la "Agrupación Escolar Tradicionalista" de Barcelona, desarrollando el siguiente tema: "Algunas noticias acerca de un sabio español completamente desconocido". La conferencia la publicó "El Correo Catalán" y fue recogida por El Correo de Galicia, Nº 4934, fecha 27 de abril de 1917. La transcribimos a continuación porque consideramos que puede aportar algunos datos interesantes para conocer mejor este ilustre matemático y astronomo de la tierra de Deza

José Rodríguez y González, nació en Bermés (Pontevedra) en 1770. Estudió Filosofía, primero en Monforte y después en Santiago y careciendo de recursos se hospedaba como podía y se alimentaba con sopa que se repartía en algunos conventos de esa población. Impulsáronle a estudiar Teología, pero como su vocación no era esa y si la de las Matemáticas, consagrose a ellas con tal éxito que en 1801 ganó por oposición una cátedra de dicha Ciencia en la Universidad Compostelana. Hombre realmente intelectual, dedicose a la enseñanza con verdadero empeño y tales condiciones expositivas y literarias, que muy pronto le hicieron destacar entre los primeros maestros de la referida universidad; buena prueba de ello los excelentes discípulos que honraron a la pequeña parte de Galicia con los conocimientos que recibieron de tan eminente profesor, entre los cuales debe señalarse al doctor Posse, que fue más tarde catedrático de Física en la misma Universidad Compostelana.

Por aquella época había ya establecido su botica don Julián Suárez y Freire, el cual, hombre también de gran talento, no sólo no alcanzó crédito y provecho, sino que consiguió reunir en su casa a las personalidades más notables y distinguidas de Santiago. Llegó a ser aquella reunión el centro político más importante y a la vez más liberal de esa ciudad, en donde se decidían los destinos de la misma y al cual apellidaban las gentes "esquina del combate". Don José Rodríguez y González concurría todas las noches a la mencionada botica y en ella, revelándose como quien era, muy pronto cautivó a todos sus contertulios, hasta el punto de que decidieron costearle el viaje y estancia en París para que allí perfeccionara sus conocimientos, según así eran sus más vehementes deseos. De su llegada a la capital de Francia datan los triunfos científicos del sabio gallego. Una vez en dicha capital, pronto se hizo amigo de los sabios franceses Biot y Aragó, a quienes acompaño y ayudó en España en sus trabajos para la medición del arco de meridiano terrestre durante dos años, hasta que estalló la guerra de la Independencia. Entonces, reducido Aragó a prisión y condenado a muerte, fue salvado por Rodríguez, quien con riesgo de su propia vida, facilitó a aquel su fuga de la cárcel, huyendo todos a Francia, en donde nuestro sabio permaneció poco tiempo, aún a pesar de que le ofrecieron la cátedra de Astronomía del Ateneo de Ciencias.

Por aquel entonces también le fue ofrecida por el Emperador de Rusia la dirección del Observatorio Astronómico de San Petersburgo, que no pudo aceptar a causa de su mal estado de salud. De Francia trasladose a Inglaterra, en donde residió hasta la terminación de la guerra de la Independencia. Durante su permanencia en la citada nación acrecentó su fama de geodesta, publicando un interesante estudio acerca de la base de Escocia, e interviniendo en la medida de la India, rectificando con tal motivo errores de otros geodestas notables acerca de la depresión terrestre, trabajos de cuya importancia puede juzgarse por los elogios que le fueron tributados a nuestro sabio por Sir John Leslie, profesor de Filosofía Natural en la Universidad de Edimburgo (véase la página 775 del tomo 1, disertación 5ª de la Enciclopedia Británica). De aquel entonces son también muchos de sus estudios de óptica referentes a la polarización de la luz. Terminada la guerra de la Independencia, el doctor Rodríguez y González regresó a España fijando su residencia en Madrid y permaneciendo en dicha capital hasta finalizar el año 1815.

Bien conocidos son los sucesos políticos desarrollados en nuestra nación a partir del traslado de Valencey. A poco de entrar en España nuestro Rey Fernando VII (22 de Marzo de 1814) e imperante el absolutismo, desátose una verdadera tempestad persecutoria en contra de los que profesaban ideas liberales. Victima de tal persecución fue nuestro sabio, quien durante gran parte del año 1815 se vio forzado a vivir escondido y sin los recursos necesarios para su subsistencia, teniendo que desfigurar su letra y hasta firmar con nombre supuesto, siendo por lo tanto su situación sumamente aflictiva. De esta época es la carta que escribió a don Casiano de Prado, en la que decía a éste que "eran malos los tiempos para consagrarse al estudio de las Ciencias".

Alemania y Francia

Al fin pudo salir de España, encaminándose a Alemania, en cuya Universidad de Goatinga permaneció dos años, dedicados a estudios de cristalografía en la cátedra y bajo la dirección del eminente mineralogista Werner. Comisionado por la Universidad de Santiago al objeto de que adquiriera los instrumentos y aparatos para el naciente gabinete de Física de dicho Centro de enseñanza, trasladose a París en 1817, cumpliendo el encargo recibido con una competencia y probidad tales que le fueron reconocidas por sus mandatarios de la citada Universidad. Durante su nueva permanencia en la capital francesa contrajo gran amistad con el célebre mineralogista francés Abate Hauy, el cual dando una prueba de marcado afecto y distinguida consideración a nuestro sabio, regaló a este una de sus dos magnificas colecciones de figuras cristalográficas compuestas de 1.024 ejemplares que hoy constituye principal ornamento del Museo de Historia Natural de la Universidad compostelana.

Consecuencia obligada de la conducta política de los gobernantes españoles a partir de 1814, fueron una serie de conspiraciones, disturbios y pronunciamientos, hasta que el 1 de Enero de 1820 don Rafael de Riego inició en Cabezas de San Juan la sublevación del ejercito de Andalucía que estaba organizándose para marchar al continente americano con el fin de sofocar allí la insurrección de nuestras colonias, inaugurándose con aquel grave suceso una nueva era de desórdenes de todo género y un cambio radical de procedimientos políticos hasta que el 1 de Octubre de 1823 volvieron a imperar las ideas absolutistas, después y como consecuencia de la intervención armada en nuestra patria de los Cien Mil Hijos de San Luis.

Político

El doctor Rodríguez González hallándose ya en España cuando fue elegido representante por Galicia para las Cortes de 1820, militando en el partido liberal. Contribuyó al establecimiento y organización de la Universidad de Madrid, de la cual obtuvo el nombramiento de catedrático de Astronomía en 1822, de cuya cátedra fue injusta y arbitrariamente separado en 1823, siendo además nuevamente perseguido hasta el punto de que tuvo que huir a Cádiz y Portugal, refugiándose por último en Santiago, teatro de sus primeros triunfos científicos, en donde falto de recursos y atormentado por intensos sufrimientos morales, falleció el 30 de Septiembre de 1824, amparado por la caridad de su gran amigo don Julián Suarez y Freire". El doctor José Rodríguez y González, al morir, legó el material científico que poseía y todos sus libros y manuscritos a la Universidad Compostelana y a sus íntimos de Santiago.

Termina diciendo el doctor Gigirey: "El ejemplo de nuestro sabio, el doctor don José Rodríguez y González debe alentarnos a todos. El luchó desinteresadamente por la Ciencia y sea esta la que inspire nuestros actos, porque, sólo la Ciencia amparada en la idea de Dios, es lo único que puede conducirnos a la verdadera felicidad en todos los órdenes".