El 26 de mayo de 2003 es un día de triste recuerdo en la historia reciente de España. El siniestro aéreo del Yak-42 causó una honda conmoción en los lugares de procedencia de los soldados fallecidos, caso de la comarca dezana, de donde era natural Vicente Agulló Canda, miembro de una de las sagas más conocidas de Lalín, con raíces en la parroquia de Vilatuxe. Diez años después ninguno de sus miembros quiere protagonismo mediático para poder recordar en la intimidad al militar que da nombre al albergue de Mouriscade. Sin embargo, el primer reconocimiento oficial que Vicente Agulló tuvo tras su muerte fue el 25 de julio de 2003, cuando José Crespo, alcalde de Lalín, recogía por expreso deseo de la familia la Medalla de Galicia de manos de Manuel Fraga en un acto que tuvo lugar en Santiago.

Más de un millar de vecinos de la comarca de Deza y autoridades civiles y militares acudieron a las exequias de Vicente Agulló el 29 de mayo de 2003. El funeral tuvo lugar en la iglesia parroquial de Vilatuxe. Los momentos de mayor emoción se vivieron a la llegada del féretro, que fue velado en el tanatorio. La misa de campaña fue oficiada el obispo Fray José Gómez -ya fallecido-. Frente al féretro, cubierto por la bandera nacional y la gorra del militar, se encontraban sus diez hermanos y sus padres, Carlos y Purificación.

El litigio entre los familiares de los fallecidos en el accidente aéreo y las autoridades de Defensa llegó a su punto álgido en octubre de 2003 cuando el colectivo de familiares al que pertenecía el hermano de Vicente, Alfonso, rompía relaciones con el ministerio acusando a éste de no iniciar ninguna investigación sobre las responsabilidades del siniestro. En el mes de diciembre, Alfonso Agulló, a la sazón vicepresidente del colectivo, aseguraba en una entrevista a FARO DE VIGO que "la investigación internacional del Yak-42 está manipulada y hecha a la carta", mientras se empezaban a organizar movilizaciones para que se investigara lo sucedido.

Unos 35 lalinenses viajaron en autobús y en coches particulares hasta Madrid, el 13 de diciembre de 2003, para hacer escuchar su voz ante un Ministerio de Defensa que paralizó la investigación del accidente del avión militar español. La manifestación recorrió el Paseo de la Castellana contó con una pancarta en la que se podía leer el lema "Me subieron a una tartana", que fue la frase que Vicente Agulló comunicó a su familia cuando informó que regresaba a Lalín al concluir su misión de paz en territorio afgano. Apenas dos meses después, la Audiencia Nacional admitió a trámite el recurso de apelación de la Asociación de Familiares de Víctimas del Yakovlev 42 para que se iniciara la investigación del siniestro. En el mes de marzo de 2004 Alfonso Agulló afirmaba que "Defensa tiene que aclarar cómo identificó los cadáveres del Yak-42" después de que se hiciese público un protocolo que formaba parte del caso abierto por el Gobierno turco, en el que los dos médicos militares españoles encargados de la repatriación de los cuerpos no podían confirmar la identificación de 30 de los 62 cadáveres, entre los que se encontraban los restos del cabo lalinense.

Uno de los episodios más emotivos para la familia Agulló tuvo lugar en 2004 cuando Purificación Canda, madre de Vicente, se subía por primera vez a un avión para viajar a Turquía en compañía de sus hijos Paco y Antonio para asistir al homenaje celebrado en Maçka. La madre del cabo dejó un ramo de flores de Lalín en el monumento a los fallecidos y le dijo al entonces ministro de Defensa, José Bono, que "hay que saber la verdad de lo que pasó". En septiembre de ese año, el ministerio confirmaba que el cabo Agulló no estaba enterrado en Lalín, sino en Madrid, y que los padres de Vicente recibieron los restos de Fernando Aparisi, mientras que los del militar dezano fueron entregados a la familia de Mario González en la capital de España.

Exhumación

En octubre de 2004, Vicente Agulló era nombrado Hijo Adoptivo del Ayuntamiento de Zaragoza -localidad donde está situada la base donde prestaba sus servicios- en un acto en el que el alcalde Alberto Belloch entregó el título a su madre Pura Canda, quien lo recogió en persona. Por entonces, la familia seguía a la espera del permiso de exhumación del cuerpo por parte de la Audiencia de Madrid. El calvario familiar llegó a su fin el 22 de noviembre de 2004 con la exhumación del restos mortales enterrados en el cementerio de Lalín por parte de tres secretarios judiciales y dos forenses de la Audiencia Nacional. El cadáver del cabo primero Vicente Agulló fue finalmente enterrado el 27 de enero de 2005 en el cementerio de Vilatuxe en una ceremonia que por expreso deseo de la familia contó con la única presencia de los allegados y la lectura de un breve responso.

La sentencia condenatoria del general de división retirado y traumatólogo Vicente Carlos Navarro, del comandante José Ramírez y del capitán Miguel Sáez por las identificaciones erróneas del accidente del Yak-42 en 2009 intentó cerrar sin éxito un contencioso cuyo periplo judicial incluye, también, el archivo de la investigación sobre la contratación de la areonave. A falta de un acto oficial, las familias de los militares fallecidos se reunirán por separado para recordarlos en Zaragoza, Burgos, Madrid y la localidad turca de Trebisonda.