La llegada del buen tiempo hace desviar la atención no solo a las playas, sino también al monte, aunque por razones muy diferentes. La primavera invita a la distracción, la segunda, a todo lo contrario. Las brigadas forestales y los propietarios de plantaciones y parcelas en bosques se preparan para vigilar sus predios y evitar la acción del fuego, con el verano llamando a la puerta.

Las abundantes lluvias caídas durante el pasado invierno, y a lo largo de la aún presente primavera, unidas a las temperaturas suaves, han generado un nivel de biomasa en los montes de Deza y Tabeirós-Terra de Montes "superior al de otros años", según confirma José Benito Rodríguez, responsable de la base de helicópteros Campiño, de Pontevedra, y perfecto conocedor de la salud de los montes gallegos.

Pero no sólo la alta pluviosidad ha provocado el crecimiento de vegetación en las zonas forestales, sino que, por otra parte, ha impedido realizar labores de desbroce y mantenimiento de viales a los brigadistas y operarios del distrito forestal, así como a los particulares, que tampoco tuvieron ocasión de limpiar sus parcelas. De este modo, ya en precampaña antiincendios, unos y otros apuran los trabajos de prevención a un mes del inicio de la temporada estival.

Los nueve municipios de la zona concentran 101.043,11 hectáreas de monte, la mayoría -90.072,59 hectáreas- de titularidad privada, y el resto pertenecientes a comunidades de propietarios. Es la superficie que vigila y controla el Distrito XVI Deza-Tabeirós, según datos del Plan de Prevención e Defensa Contra os Incendios Forestais de Galicia (Pladiga) 2012, que elabora la Secretaría Xeral do Medio Rural e Montes de la Xunta.

A Estrada y Lalín son los concellos que concentran una mayor superficie de monte, con 17.955 y 17.382 hectáreas respectivamente, según la información que maneja la Consellería de Medio Rural, tirada del Mapa Forestal de España 2010. En ambos casos el espacio de arbolado supera a la superficie de matorral: 14.150 hectáreas frente a 3.800 en la capital de Tabeirós; y 12.020 frente a 5.361 en la de Deza. En el lado opuesto están Dozón, con 4.641 hectáreas de monte; y Rodeiro, con 7.926 hectáreas boscosas. Y en medio, Forcarei, con 12.816 hectáreas, Vila de Cruces, con 9.663; Agolada, con 9.556; Silleda, con 8.436; y Cerdedo, con 6.864 hectáreas.

Abandono y minifundismo

Dos son los principales handicaps de los monte gallegos y, por extensión, de los de la zona: El elevado abandono y el minifundismo. El abandono del rural -aunque la crisis ha generado una vuelta al campo-, tanto por el éxodo a las ciudades como por la emigración, ha relegado a los bosques a un estado de abandono que es complicado corregir. Los efectivos no dan abasto, y la acción particular es una práctica poco extendida. Aunque hay excepciones, en general, los propietarios no sacan provecho de sus montes, y un monte olvidado es un polvorín para el fuego.

La zona concentra un total de 111 montes vecinales mancomunados, de los que tan sólo diez disponen de un plan de gestión para algo más de 2.000 hectáreas, la mayoría en Agolada, Forcarei y Cerdedo, según datos de la Consellería. El departamento autonómico que dirige Rosa Quintana no tiene constancia de la existencia de ninguna Sociedade de Fomento Forestal (Sofor) constituida, aunque "hay iniciativas y asociaciones interesadas" en hacerlo, aprovechando la línea de ayudas de la Xunta para su creación.