La parroquia silledense de Rellas atesora una pequeña gran joya arquitectónica, el Muiño de Covián, un edificio de unos 82 metros cuadrados ubicado en un enclave natural que el Concello trata ahora de poner en valor como atractivo turístico. Es el mayor de la comarca dezana y característico por sus cuatro moas, aunque la cuarta nunca fue instalada. "Arriba de tres no me consta que haya ninguno en Galicia", dice con orgullo su propietario desde 2002, Luis Maril Lázara, quien ha cedido su uso a la Administración local durante 25 años.

Construido en 1810 por encargo de Manuel Covián, atesora más de doscientos años de historia. Su época de mayor esplendor fue durante el siglo XIX, llegando a moler al día "unos 200 o 300 kilos" de maíz, centeno o trigo, gracias a la fuerza del agua procedente de los ríos Toxa y Férveda. Hasta el molino, situado en el lugar de A Torrevedra y dotado con una cocina y una habitación para que pernoctase el molinero, se desplazaban vecinos de Silleda, A Bandeira, Escuadro, Margaride, Manduas y otras parroquias próximas para convertir el grano en harina con la que hacer pan o alimentar a los animales.

La Casa de Fampa tuvo la exclusividad durante un tiempo para utilizar la moa en que primero entraba el agua, durante 24 horas todos los lunes. El resto de los usuarios se coordinaban para moler en la segunda y tercera, hasta que en torno a 1958 cesaron su actividad, arrinconadas por la aparición de maquinaria doméstica eléctrica para realizar las tareas.

Hipólito, de Margaride, fue el último molinero. "Cobraba a maquía; si llevabas un ferrado de grano te sacaba un cuartillo", recuerda Maril. Su vida está ligada al molino. Recuerda las anécdotas que, siendo niño, le contaba su abuelo, como una ocasión en que el molinero pasó la noche y el día siguiente subido a un árbol para escapar de la crecida, y otro que, también por la riada, se resguardó en la moega -el embudo en el que se deposita el grano-.

Volver al origen

Hoy en día el molino está inactivo, víctima del vandalismo. Solo conserva dos moas. La tercera fue robada, así como otras muchas piezas. Un Obradoiro de Emprego inició su recuperación en 2007, y la continuidad de los trabajos depende ahora del Concello, que ya ha convertido el entorno -de 1.500 metros cuadrados- en un área recreativa para revalorizar su atractivo.