El que osó acercarse estos días a la Fervenza do Toxa no salió seco. En el marzo más lluvioso del siglo no es de extrañar la fuerza de este salto de agua, que ofreció esta Semana Santa una impactante estampa para los turistas que se acercaron a conocerlo o para los curiosos que quisieron ver el efecto que en él tuvieron tantos días de intensas precipitaciones. Todos ellos se llevaron una imagen distinta de la que puede verse en otros momentos del año y algunos, a mayores, una buena mojadura.

Sin embargo, aunque con la lluvia y las bajas temperaturas lo han tenido difícil, las imágenes primaverales empiezan a florecer, como las margaritas que adornan ya algunos campos.