Era una mañana del 6 de abril de 2012, Viernes Santo. Una prima de Angelita Loureiro y su nieto abren la puerta de la vivienda de la septuagenaria en Bailás (Goiás, Lalín). El joven encuentra a la mujer moribunda y entre un charco de sangre. Había recibido dos disparos en la cabeza entre las 11.30 y las 13.00 horas. Angelita fue trasladada en helicóptero al CHUS, donde falleció horas más tarde.

Su funeral de aniversario será el próximo sábado, 6 de abril, a las 18.00 horas, en la iglesia de Goiás. Una fecha triste y sobre la que vuelve a cernirse la conmoción por este caso y, también el silencio sobre su resolución. Prosigue el secreto de sumario, y en este año no hubo ni detenciones, ni declaraciones de testigos, a pesar de que Angelita Loureiro había pedido a uno de sus vecinos que, si le ocurría algo, cuidase de sus animales.

No ha trascendido nada que ayude a entender el porqué de este crimen ni quién empuñó el arma homicida. Angelita apenas se relacionaba con uno de sus hermanos -que vive en el casco urbano de Lalín- ni con su único hijo, José Antonio Sala, vecino de A Estrada y que, además, fue detenido semanas atrás dentro de una operación por un fraude millonario en el IVA. Los problemas por una herencia la habían alejado de sus familiares más directos. El litigio había comenzado en 2005 y se tramitaba en el Juzgado Número 1. Quién sabe si la demora en resolver este proceso tiene que ver con el triste final de esta mujer de 71 años.

Igual que entonces, su casa de Bailás sigue precintada. Los perros que la custodiaban ya no están allí. Aquella mañana del 6 de abril de 2012, los perros no alertaron de la presencia de ningún extraño, por lo que se descarta que el asesinato de Angelita obedeciese a un robo. Es más, el interior de la vivienda estaba en perfecto orden.